Espíritu deportivo

Charlando con los gigantes

Desde hace unas décadas, la industria del entretenimiento ha abanderado el proceso de globalización de nuestra era, mediante la comercialización de casi cualquier elemento atractivo para la sociedad. Sobra entonces decir que una de los puntos más contaminados por este fenómeno es el mundo del deporte a nivel profesional. Realizada esta breve remarcación de lo evidente, es doloroso contemplar el tratamiento que este apartado recibe por parte del mecanismo mediático en España cuando lo comparamos con, citando a los padres, los Estados Unidos.

Por proponer un ejemplo: en nuestro país, la prensa deportiva y los espacios televisivos especializados en, digamos, el fútbol, se limitan a un puñado de personajillos pretenciosos y sabelotodos, que en muchos casos ni siquiera han tocado un balón, y a un pequeño grupo de ex-jugadores que a duras penas consiguen articular opiniones coherentes, ni que decir valiosas. Además, en muchas ocasiones los debates parecen basarse en trivialidades relativas a la vida privada de las estrellas y/o a sus ocurrencias. En contrapartida, los amantes del baloncesto NBA pueden mirar al otro lado del atlántico y deleitarse con las charlas de Open Court, un programa de debate sin pretensiones ni artificios, centrado no en lo mediático, sino en el auténtico amor por el juego.

Este programa reúne con frecuencia a jugadores como Shaquille O’Neal, Isiah Thomas, Charles Barkley, Reggie Miller, Chris Webber, Steve Kerr, Grant Hill, Dominique Wilkins, John Starks o Steve Smith. Las anécdotas caen como gotas de lluvia, y el espectador no tarda en contagiarse de la camaradería de los jugadores y la naturalidad y espontaneidad de sus historias. Estas son algunas de ellas.

La espinita clavada de Goliath

Shaquille O’neal es tremendo. Tanto dentro como fuera de la cancha, Shaq es un espectáculo asegurado. Ya en sus días de jugador, cuando reinaba en la liga con puño de hierro y autoridad, el 4 veces campeón y 15 veces All-Star aprovechaba cualquier oportunidad para promocionar su faceta de entertainer en los medios, ya fuese a través de sus líricas, de sus libros, o de sus declaraciones en sala de prensa. Una vez colgada la camiseta de asillas, Shaq ha pasado a protagonizar debates y análisis, siempre aportando su única combinación de savoir faire baloncestístico, una espontaneidad genial, y un sentido del espectáculo a veces excesivo.

En una de las charlas, los ex-jugadores debatían quienes debían ser los 10 próximos jugadores que se añadirán a los 50 mejores de la historia en una expansión. Todos los reunidos coincidían en seis nombres; Tim Duncan, Kobe Bryant, Kevin Garnett, Allen Iverson, LeBron James y Dirk Nowitzki. Y, a partir de ahí, los nombres comenzaron a fluir. Algunos de los jugadores propuestos fueron Jason Kidd, Dwayne Wade, Paul Pierce, Chris Webber, Dominique Wilkins, Tracy McGrady … Hasta que Kenny Smith propuso a otro jugador. El dos veces MVP, Steve Nash. Y entonces Shaq enfureció. «No …No. Chicos, ¿fue Steve Nash un auténtico MVP, o fue un MVP por simpatía?[…] ¿MVP por delante de mi? ¿dos veces? Get outta here…». La carcajada fue general. » No me dieron más trofeos porque era muy grande, muy bueno y no iba a ganarlo todos los años».

Shaq argumentaba que en esas dos temporadas, jugando en Miami, sus promedios eran de 28 puntos y 15 rebotes. Muchos analistas coinciden en que el cambio de reglas de la NBA en el año 2006 y la autorización de las defensas en zona favoreció a este perfil de jugador especialista en la larga distancia y cortar la zona, perjudicando de la misma manera al juego de uno contra uno y, en última instancia, a las auténticas estrellas.

En las temporadas 2004-05 y 2005-06, las de los MVPs de Nasty Nash, Shaq promedió 22-10 y 20-9, reduciendo aún más estos números en los playoffs, quedándose muy lejos de su mejor marca, los mastodónticos 30 puntos y 13’6 rebotes de la temporada 99-00 con los Lakers, su mejor año individual, cuando sí que fue recompensado con su único trofeo MVP. Shaq se equivocaba en su valoración, y no mereció haber ganado el trofeo en los años en que lo hizo Steve Nash; sin embargo, lo único certero es que, en los libros de historia de la NBA, el nombre del canadiense ha quedado registrado como ganador de más premios a mejor jugador que otras figuras con más títulos, números y repercusión, como Kobe Bryant, Kevin Garnett y, sobre todo, Shaquille O’Neal.

Este asunto irritó a Shaq en directo, y propició un segmento del programa donde el pívot más dominante de la última era, tumbado en el diván, trató de desprenderse de alguna espinita más …


Estoy enfadado con ese pequeño guaperas que se parece a David Beckham, corriendo de un lado para otro, pasando la bola, anotando de cuando en cuando. Estoy enfadado con que me haya ganado dos veces en la votación del Mvp … Yo promediaba 28-15 [ya hemos visto que no]… Y sin anotar tiros libres[…]. Quizá merecía [Nash] un MVP, pero no dos seguidos sobre ‘The Diesel’. Steve tiene dos MVPs, y yo sólo uno, Kobe sólo uno. Algo falla aquí. También estoy enfadado por no haber estado en el Dream Team original. Estoy enfadado porque hayan inventado el Hack-a-Shaq […] Estoy enfadado con Pat Riley por hacerme entrenar 5 horas al día. Estoy enfadado con Phil Jackson por traer «salvia» que olía como marihuana. Estoy enfadado con Nick Anderson por fallar esos 4 tiros libres… Me enfada ver a Kenny (Smith) andando por ahí como si fuera una leyenda porque tiene dos campeonatos […]


Son muchas las cosas que atormentan (y hacen reír) al bueno de Shaq. Por cierto, las estadísticas de Nash en sus años como MVP fueron de 15 puntos /11 asistencias y 19 puntos /11 asistencias /5 rebotes. Que cada uno haga su propia valoración.

La mala fama de los bad boys, y Scottie Pippen

Isiah Thomas sacó él solito el tema a la palestra, a dúo con Reggie Miller, como si ambos lo tuvieran todo preparado. No hay duda de que Isiah tiene algunas espinas aún clavadas en su corazón de bad boy, y probablemente, la razón esté de su parte. «Estuvo mal que Shaq y yo no estuviéramos en el Dream Team». La mayoría de analistas pueden coincidir en este análisis, pero resulta fácil comprender la ausencia de Thomas si atendemos al momento en que se desarrolla toda la trama.

Los Detroit Pistons de Isiah, Joe Dumars, Mark Aguirre, Rick Mahorn, Dennis Rodman, Bill Laimbeer y Chuck Daly habían ganado dos títulos consecutivos en los años 88-89 y 89-90. Mientras tanto, los Bulls de Jordan y Pippen crecían y se asentaban como los grandes rivales directos en la conferencia. La sucesión de poder tuvo lugar cuando los Bulls eliminaron a los Pistons en los playoffs de la temporada 90-91. Lo más comentado de esta eliminación en finales de conferencia no fue el rotundo 4-0 de Chicago, sino la decisión de los Bad Boys de abandonar la pista sin dar la mano a sus adversarios. Muchos señalan este momento simbólico como el detonante de la ausencia de Thomas en el combinado olímpico.

Los Pistons eran un equipo rocoso, físico y, en ocasiones, sucio. Como vecinos de conferencia, los choques con los Bulls eran recurrentes, y siempre de gran intensidad. Célebres fueron las Jordan rules, jugadas diseñadas con dos y hasta tres contra uno cada vez que el 23 tocaba la bola. Esta tensión alcanza su clímax en las mencionadas series finales de la conferencia Este. Isiah argumenta en el programa que, en los días previos, habían escuchado y leído declaraciones de Phil Jackson y Michael Jordan donde «desprestigiaban a los dos veces campeones. Nosotros pensábamos que nos merecíamos un respeto como campeones». Fue por esto que ordenó a sus compañeros salir de la cancha sin felicitar a los ganadores. Su exclusión del DT vendría a estar justificada como un intento de mantener un ambiente sano en el vestuario y, por qué no decirlo, tener a Michael Jordan contento y tranquilo. Lo cierto es que para Thomas, uno de los mejores playmakers de la historia, la no-llamada tuvo que ser doblemente dolorosa, pues el seleccionador nacional no era otro que su técnico en los Pistons y capitán en su lucha contra los Bulls de Mike, Chuck Daly.

Pues bien, hace dos años vio la luz un documental sobre el Dream Team, que narraba las peripecias del equipo, desvelaba anécdotas y metraje único, y contaba con la participación de todos los integrantes del legendario combinado. En el documental se menciona la ausencia de Isiah Thomas, y se le pregunta frontalmente a Scottie Pippen acerca de ella. A la pregunta de si Jordan quería a Thomas fuera del equipo, Scottie responde: «Bueno, yo no puedo hablar por Michael. Pero si me preguntas a mi, yo no le quería en el equipo».

Unas palabras que, sin duda, escuecen. En medio del debate televisivo, el nombre de Pippen aparece, y Reggie Miller pregunta a Isiah Thomas por éstas declaraciones. Es entonces cuando Thomas suelta lo que todos querían oír.


«Mira, podría aceptar que Michael Jordan dijese que no me quiere en el equipo. Podría aceptar que Larry Bird, o Magic, dijeran que no me quieren en el equipo… Pero ¿Scottie Pippen? ¿Diciendo que no quiere que esté en el Dream Team? Maaaaaan! Come on […] Si Jordan dice que no juega si Isiah Thomas juega, vale… ¿Pero que lo diga Scottie? Que se vaya al parque … Puedo aceptar la crítica de Jordan, de Bird, de Magic, pero cualquiera que este por debajo de ellos no puede decir nada de mi. Nada.»


Es cierto que Scottie Pippen es pieza clave en la carrera de Michael Jordan y en los éxitos de los Bulls. Un jugador total, un defensor implacable que podía cubrir las cinco posiciones, con buen manejo de balón, un físico poderoso que se traducía en robos, rebotes y tapones, y con buena muñeca para anotar, siempre en dobles dígitos. Sin embargo, su honestidad a la hora de criticar a los Pistons y a Thomas no ha sido de buen gusto, no consiguiendo sino avivar un debate inútil y manido. Quizá, para Isiah Thomas, aún habiéndolo conseguido todo como jugador de los Detroit Pistons, haberse perdido la cita olímpica con el mejor equipo de la historia puede haber sido una bendición. Nadie tarda en citar su nombre como la principal y más injusta (que no injustificada) ausencia del equipo. Su fama de leyenda, por tanto, se ha expandido. Casi tanto como su fama de bad boy.

Jordan, un puro, y los Washington Wizards

En otra ocasión, se debatía acerca de quiénes han sido los mejores trash talkers de la liga. Michael Jordan no tardó en aparecer, junto con otros ilustres de la provocación como Gary Payton, Reggie Miller o Larry Bird. Entonces Chris Webber comparte una anécdota que bien refleja la personalidad y la confianza de MJ.


«En un partido de playoffs, con Washington, nos tocaba jugar contra los Bulls. Nuestro autobús llegó al pabellón, y Jordan apareció en su Ferrari, fumando un puro, y se quedó mirándonos, sin decir una palabra … Antes del partido! Entonces preguntó que quién le iba a defender esa noche. Todos miramos a Calbert ( Calbert Cheaney, el escolta de aquellos Wizards), que comenzó a mirar para otro lado …»


Otra anécdota que revela el carácter intimidante y competitivo del 23 la compartió Steve Smith, campeón con los Spurs en el año 2002-03 y All Star con los Atlanta Hawks.


«En un partido contra los Bulls, Mike anotó una canasta y dijo ’38’. Al poco, anotó otra y dijo ’36’. Al principio no lo entendí, pero luego me dí cuenta: estaba contando hacia atrás. Acabó el partido con 40 puntos …»


Simplemente el mejor.

El cumpleaños de Shaq

Se repasaba en Open Court el mejor partido de cada contertulio allí presente. Llegado el momento de Shaq, éste se inclinó por citar su mejor actuación anotadora: los 61 puntos contra los Clippers en el año 2000. Por lo visto, había una historia tras esta exhibición en el poste.


«Probablemente fue mi mejor partido. Ese día era mi cumpleaños, y por la noche teníamos fiesta. Normalmente, los días de partido volvía a casa después de entrenar, almorzaba, echaba una siesta y me preparaba para el partido. Pero ese día jugábamos contra el «gran Keith Closs» y los Clippers … Así que me preparé para la fiesta. Elegí el coche, preparé mi traje, fui a la barbería, ya sabes… Luego, cuando empezó el partido, nos estaban dando una paliza. Todo el mundo me miraba a mi, así que me puse serio y empecé a anotar. Entonces, miro al banquillo y veo a uno de mis ídolos, Kareem [Abdul Jabbar] dando consejos a Keith Closs sobre cómo pararme. Ahí si que me enfadé de verdad! Empecé a anotar y anotar, hasta que llegué a 61. Por algún motivo, Phil Jackson me sacó de la cancha cuando quedaban más de 5 minutos de partido. Creo que lo hizo porque no quería que anotara más puntos que Michael [el récord de anotación de Jordan es 63]… Es lo que pienso».


Ver a su ídolo aconsejando a su rival debió de ser duro, aunque más duro aún tuvo que ser ver frenada en seco su mejor actuación a falta de 5 minutos. Nada que no se haya arreglado esa misma noche, seguro.

Barkley y la autoridad

La conversación fluye entre las anécdotas vividas por los jugadores en sus enfrentamientos directos, y entonces Charles Barkley es cuestionado acerca de cuáles eran sus comentarios predilectos. «Oh, yo te diré qué cosas decía Chuck!», interrumpe Chris Webber.


«En mis primeros años en la liga, recuerdo jugar contra Charles. En una ocasión, mientras le defendía, le golpée ligeramente y comenzó a pedir falta. Se dirigió al árbitro y le dijo: He anotado más de 20.000 puntos desde esta misma posición, ¿vas a intentar decirme que eso no ha sido falta? Y el arbitro pitó! Entonces comprendí que estaba jodido, porque el arbitro se sentía intimidado por Chuck …»



Dominique y el infortunio de provocar a Larry Bird

Se encontraban en el plató dos de los referentes de la liga en la década de los 80 y, por extensión lógica, de la historia de la NBA, Isiah Thomas y Dominique Wilkins. Ambos departían acerca de sus enfrentamientos, en concreto de la famosa jugada de Isiah contra los Hawks en el 4º partido de las semifinales de conferencia del año 1987, cuando corta la zona y anota en suspensión entre los hombres altos de Atlanta para darle la victoria a los Pistons sobre la bocina. Su baile tras anotar, girando sobre si mismo, es uno de los highlights de la década.


«Ese era mi baile feliz. Estaba realmente feliz después de esa canasta … Dominique no estaba tan contento, claro, pero ellos nos habían ganado el año anterior … […] Recuerdo que en ese momento, lo único en que pensaba era en entrar hacia la canasta, no iba a pararme y tirar; cuando cogí la bola, y la defensa no me obligó a ir hacia la izquierda, sino que me dejó entrar por la derecha, pensé ‘estáis perdidos’.


Dominique recuerda ver como «Isiah se elevó entre su defensa, y lo lamento, porque ese día habíamos hecho un gran trabajo defensivo sobre él. Nosotros pensamos que sería Joe Dumars el encargado de lanzar el último tiro», pero fue el base el encargado de cerrar la serie. Entonces Grant Hill cuestiona a Nique acerca de sus duelos con Larry Bird. «Recuerdo ver esos partidos de niño, y salía corriendo a la cancha a tirar».  Citando el histórico séptimo partido de las semifinales de conferencia del año 88, The Human Highlight Reel propone un leitmotiv a la inspiración anotadora de Bird, especialmente en el último cuarto.


«Creo que sé la razón por la que Bird estaba tan enchufado en ese partido, sobre todo en el cuarto final. En un momento del partido, mi compañero Kevin Willis cruzó el campo y vino a donde estábamos Larry y yo, se acercó a nosotros, pusó su dedo en el pecho de Bird y me dijo ‘No dejes a este tio anotar esta noche y bla bla bla’. Miré a Kevin en plan … ¿Ahm, que estás haciendo? ¿ Estás loco ? Déjale tranquilo! … Sus ojos se pusieron así de grandes … La gente habla de tiros decisivos, Larry tuvo al menos 10 tiros decisivos ese día.[…] Mandamos a todos nuestros jugadores a pararle, y no hubo manera. Larry estaba tan enchufado que anotó un triple con la mano izquierda»


Dominique finalizó ese partido con nada menos que 47 puntos. Larry anotó 34, 20 de ellos en el último cuarto.

To be continued …

Texto de Tarek Morales

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