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Kevin Carter: el insoportable peso de la barbarie

Kevin Carter fue un fotógrafo sudafricano que desarrolló gran parte de su carrera retratando las barbaridades de los conflictos bélicos con su cámara. Kevin fue miembro del grupo de cuatro fotógrafos conocido como Bang-Bang Club, un colectivo especializado en conflictos armados, activo en Sudáfrica entre los años 1990 y 1994, los años en los que se produjo la transición desde el sistema apartheid hasta un sistema político democrático.

Kevin fue ganador del Premio Pullitzer en el año 1994 con su trabajo documentando la Hambruna en Sudán de 1993. Durante su estancia en el país, Kevin visitó el pueblo de Ayod, en el sur de Sudán, y allí capturó con su objetivo una de las imágenes más infames e impactantes de la historia de la fotografía: una niña pequeña en el suelo, a punto de desfallecer a causa del hambre, la sed y el cansancio, y un buitre merodeando y a la espera de abalanzarse sobre su tierna víctima.

Kevin cuenta que, instantes después de obtener esta tenebrosa fotografía, se encargó de ahuyentar al buitre fuera del lugar. Acto seguido, Kevin y su compañero João Silva, también fotógrafo y además representante de las Naciones Unidas en Sudán, embarcaron en un pequeño avión de la organización y abandonaron la región de Ayod.

La fotografía fue vendida al New York Times y publicada por primera vez el 26 de marzo de 1993. Las críticas no tardaron en llegar, acusando a Kevin de haber permanecido impasible ante tan lamentable situación con el único objetivo de conseguir una imagen de portada. Por otra parte, cientos de personas contactaron con el periódico para preguntar acerca del destino de la niña, algo a lo que la publicación respondió con unas palabras del propio Carter: «la niña se recuperó lo suficiente para continuar con su viaje a pie una vez el buitre fue espantado de la zona; no sabemos si consiguió su objetivo de llegar hasta el centro de alimentos de Naciones Unidas».

Kevin Carter dedicó su vida a la fotografía de conflictos y fue testigo de una buena cantidad de momentos impactantes – Carter fue el primero en fotografiar y documentar una ejecución por Necklacing en Sudáfrica, término utilizado para denominar la práctica (extrajudicial, por supuesto) de ejecutar a la víctima estrangulándola con una rueda de goma alrededor de brazos y pecho y luego prendiéndole fuego, causando una lenta agonía en el ejecutado, que puede llegar a tardar hasta más de veinte minutos en morir. También se las apañó para capturar el momento en que tres miembros del Afrikaner Weerstandsbeweging (Afrikaner Resistance Movement, o Movimiento de Resistencia Africano) eran disparados cuando intentaban invadir la región de Bophuthatswana antes de las elecciones sudafricanas de 1994 que vieron alzarse con la victoria al gran líder africano Nelson Mandela.

Sin embargo, el trauma y la impresión que generó la fotografía de la niña en Sudán fue mucho más de lo que Kevin Carter era capaz de digerir. El 27 de julio de 1994, Carter conduciría su furgoneta hasta un parque en el que acostumbraba a jugar cuando era un niño. Allí conecta una manguera desde el tubo de escape hasta la ventanilla del conductor. Carter se suicida envenenándose con monóxido de carbono a la aún temprana edad de 33 años.


Estoy muy, muy arrepentido. El dolor de la vida sobrepasa la alegría hasta el punto en que la alegría ya no existe. Deprimido … sin teléfono … dinero para la renta … dinero para la manutención de tus hijos … dinero para deudas … dinero!!! Estoy atormentado por las vivas imágenes de asesinatos y cuerpos y rabia y dolor … de niños hambrientos y niños heridos, de locos que disfrutan apretando el gatillo, a menudo la misma policía, asesinos y verdugos. Me uniré a Ken * si tengo suerte …


*Ken Oosterbroek, fotógrafo miembro del Bang Bang Club asesinado por un disparo a la cabeza a manos del NPKF (South Africa’s National Peacekeeping Force) el 18 de abril de 1994, apenas nueve días antes de la celebración de las elecciones nacionales, las primeras de la historia en las que candidatos de raza negra eran capaces de participar. El fotógrafo y miembro del mismo grupo, Greg Marinovich, también fue asesinado en el mismo incidente.

La muerte de Carter sirvió como fuente de inspiración para canciones, películas y relatos, y en el año 2010 un film sobre el Bang Bang Club de homónimo título fue producido a caballo entre Sudáfrica y Canadá para dar luz a la historia del grupo. El alcance y la profundidad de las heridas y cicatrices que la exposición a las barbáricas realidades de las comunidades más pobres y castigadas del mundo representan, sin ninguna duda, mucho más de lo que nosotros, hijos de las sociedades más desarrolladas del globo, somos capaces de comprender.

Kevin Carter, João Silva, Greg Marinovich, Ken Oosterbroek. Cuatro hombres que dedicaron su vida a documentar los oscuros sinsentidos y la implacable voracidad de unas guerras monstruosas y salvajes, en comunidades ya de por sí subdesarrolladas y muy castigadas por el hambre y la violencia, para que nosotros, miembros de la sociedad occidental, podamos otorgar un nuevo y elevado valor a nuestros niveles de bienestar y avance social, y, también, apreciar con renovadas energías la arbitrariedad que nos ha permitido nacer y desarrollarnos en un entorno seguro y estable.

Tres de estos hombres pagaron un alto precio por ser capaces de experimentar el conflicto de primera mano, para así poder saciar el apetito curioso y morboso de nuestra sociedad y sus tabloides de renombre. De entre ellos, Kevin Carter fue el único que pudo elegir cómo y cuándo.

La historia de Kevin Carter nos puede enseñar mucho – desde su infancia y adolescencia en la Sudáfrica del apartheid, su alistamiento en el ejército, donde fue testigo de diferentes episodios de racismo institucional que acabaron por empujarle fuera del mismo, y sus inicios y desarrollo como fotógrafo, con la voluntad de ofrecer al mundo las injusticias y la brutalidad del sistema político en el que le había tocado nacer y que repudiaba a más no poder. Kevin entregó su vida a luchar por la causa que él creía justa, y su triste final sirve como historia arquetípica del hombre que quiso abarcar mucho más de lo que era razonablemente concebible y emocionalmente gestionable – la enésima historia de Ícaro quemándose las alas por querer volar demasiado cerca del sol.

En el año 2011, el padre de la niña de la fotografía en Ayod, Sudán, arrojó algo de luz acerca de la historia detrás de la imagen, desvelando que se trataba en realidad de un niño, llamado Kong Nyong. Kong consiguió sobrevivir y alcanzar el centro de alimentos de las NU, donde fue atendido por los miembros del complejo.

También reveló que, desafortunadamente, su hijo había fallecido en el año 2007. ¿ La causa de la muerte ? Fiebre.

Texto de Tarek Morales

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