Séptimo Arte

Llegar y besar el santo: tres debuts cinematográficos muy exitosos

Todos sabemos lo difícil que resulta que algo salga bien al primer intento, ¿no? Al menos todo aquello que entrañe algún tipo de dificultad, o cuya realización suponga algún mérito. Hoy nos vamos a centrar en tres entradas triunfales en el mundo del séptimo arte, una industria que ha visto cómo su papel dentro de la fábrica del entretenimiento ha ido cambiando y evolucionando en las últimas décadas a un ritmo lento pero inapelable.

Si bien a mediados del siglo pasado el gran público mostraba un apetito por historias de corte más bien profundo y evocador, este interés ha ido transformándose década a década, generación a generación, reflejando en sus temáticas y narrativas la personalidad de una sociedad enamorada de si misma. Desde 12 Angry Men de Lumet, hasta las sesenta y cuatro últimas películas de superhéroes producidas en el último mes, hemos recorrido un largo pero trascendental camino en poco tiempo.

No quiere esto decir, de ninguna manera, que ya no sea posible encontrar buen cine – rather the opposite, hoy en día podemos disfrutar de más cine de calidad que nunca en la historia. Las posibilidades de la tecnología, las redes sociales, y el autodidactismo han facilitado que hoy nos sea plausible disfrutar de ideas salidas de la mente de cineastas amateur de cualquier parte del globo, equipados con poco más que con ganas de contar su historia.

Y no sólo a nivel amateur – cada año más y más certámenes y concursos son celebrados en cada vez más ciudades y países. Las personas están conectando de una manera y a un ritmo ciertamente desconocido e inconcebible hasta el momento. Ni aunque nos lo propusiéramos con todo nuestro empeño y dedicáramos la mitad de las horas de nuestro día a día seríamos capaces de consumir siquiera la mitad de todo el buen cine independiente que está siendo produciendo de manera constante a lo largo y ancho de nuestra civilización.

Un día un amigo me propuso el interesante concepto de que ‘en las inundaciones, uno de los mayores problemas es encontrar agua potable’. Es una idea que, además de quedarse grabada a fuego en mi manera de atender a la realidad, me parece aplicable a una inmensa cantidad de temas en la actualidad – estando el cine, con permiso de la música, en lo más alto de la lista. Sí, hoy tenemos más y mejor cine que nunca (más y mejores medios, ideas, posibilidades, tradición, inspiración), pero también tenemos más basura, más morralla, más señuelos, más distracciones, más estorbos y zancadillas a la autenticidad, a la originalidad y a la honestidad que nunca.

Es por eso que debemos celebrar cuando nuevos cineastas aparecen en la escena aportando ideas frescas e innovadores estilos – esto es, aportando su receta particular. Independientemente del rumbo que sus carreras puedan tomar después (ejem, Wachowski, ejem), la opera prima aparece como una vara de medir de doble signo: sin duda salvaje e injusta, pero también ilustrativa como ninguna otra, herramienta identificadora del talento natural e ingenuo del ojo desentrenado, o, en otras palabras, pre-condicionado.

Vale, es cierto, ninguno de estos tres empezaron de cero en la industria con estas tres cintas – pero si que representan su debut como directores de un largometraje, y ya sabemos que eso es un animal de un territorio exótico y muy especial, incomparable a cualquier otro tipo de producción audiovisual.

Tres cintas que, a nuestro juicio, forman parte de la iconografía de toda una generación (o cruce de generaciones) y que representan buena parte de las impresiones de la etapa en la que fueron concebidas.

Sin más dilación …

Florian Henckel von Donnersmarck La vida de los otrosDas Leben der Anderen)

El cineasta alemán, nacido en Colonia en el año 1973 en el seno de una familia aristócrata, se crio a caballo entre ciudades como Nueva York, Frankfurt y Berlín, antes de graduarse en Bruselas. El director se maneja en inglés, alemán, francés, ruso e italiano, y es poseedor de un máster en Filosofía, política y economía por la Universidad de Oxford.

Con estas credenciales académicas, sumadas a su conocimiento experiencial y de primera mano de la situación sociopolítica de Alemania antes, durante y después de la reunificación del país, uno podía anticipar que el bueno de Florian estaba, de hecho, más que preparado en el momento en que se decidió a dar el gran salto desde director de cortometrajes (hasta 4 producidos entre 1997 y 2002) a las grandes ligas. Pero ya se sabe que el talento para contar historias poco tiene que ver con lo aprendido en las aulas, y mucho tiene que ver con lo adquirido mediante la experiencia.

Henckel tardó tres años en escribir y dirigir La vida de los otros, y la crítica se encargó de recompensar su esfuerzo con un auténtico aluvión de premios. Ganadora de los premios Oscar y BAFTA a la Mejor Película de Habla No Inglesa en 2006, la cinta arrasó en el circuito europeo, conquistando también el César a la Mejor Película Extranjera, tres premios más en el Festival de Cine Europeo, y hasta siete conquistas en los premios del cine alemán.

Para el que no la haya visto aún, que sepa que a)no tiene excusa ni perdón de Dios, b) no te la voy a destripar aquí, en estas líneas, y c) me das mucha envidia: ojalá pudiera volver a disfrutar de esta peli por primera vez … Nos limitaremos a mencionar que la trama, situada en el Berlín Oriental del año 1984, gira en torno a un agente de la Stasi (la policía de la RDA) encargado de vigilar a un artista que el gobierno local ha tildado como potencialmente subversivo, y a la serie de procesos internos por los que atraviesa durante el desempeño de sus funciones. Puedes encontrar un pequeño review de la cinta pinchando aquí.

La producción de la película costó 2 millones y recaudó, sólo en taquilla, la friolera de 77.3 millones de dólares. Nada mal para un rookie … Desde entonces, Florian Henckel ha producido sólo dos cintas más: The Tourist, en 2010, y Never Look Away, en 2018.

Fabián BielinskyNueve reinas

Agosto del año 2000 fue testigo del lanzamiento de una de las películas más célebres y aclamadas del cine argentino moderno. Fue en esta fecha cuando la opera prima del brillante director de Buenos Aires veía la luz, y pocos podían vaticinar el recorrido que llevaría a esta historia de dos delincuentes callejeros de poca monta, encarnados por Ricardo Darín y Gastón Pauls, a convertirse en una de las producciones de culto de la historia del cine en lengua hispana.

Bielinsky se enamoró del mundo del celuloide con apenas 13 años, en el grupo de cine del Colegio Nacional de Buenos Aires, donde, con una Super8, se atrevió a grabar una adaptación de un cuento de Julio Cortázar. A partir de este momento su apetito no hizo más que crecer. Rodó sus dos primeros cortometrajes en el 80 y en el 83, y ejerció como asistente de dirección en un total de 6 largometrajes y un documental entre los años 1986 y 1999. Su deseada oportunidad llegó sólo un año después cuando, aprovechando la inercia del cambio de siglo y de milenio, Fabián debutó como director de largometraje con Nueve Reinas.

Con más de veinte años de experiencia en la industria, y habiendo participado en más de 400 anuncios comerciales y largometrajes en su carrera, Bielinsky era un debutante bien curtido, pero esto no evitó que se creara cierta desconfianza y recelos ante su debut, apuntando a una supuesta falta de experiencia. Con un presupuesto que superaba por poco el millón de dólares, Fabían se valió de la presión añadida para llevar a cabo un rodaje que se basó en dos factores aparentemente contrapuestos: la preparación y la espontaneidad.

Bielinsky se aseguraba de dejar siempre a sus actores tiempo más que necesario para que ensayaran y memorizasen sus líneas y escenas a la perfección y sin mayores presiones. Y es que, por otro lado, ante la escasez de recursos para soportar un rodaje más técnico y meditado, muchas de las escenas de la cinta se filmaron de una forma espontánea, en la calle, entre peatones, y sin mayor preparación ni escenografía. Al tratarse de una película que cuenta una serie de eventos ocurridos en un día, el director decidió apostar por mantener este espíritu trepidante a la hora de tomar decisiones acerca de cómo sacar adelante el rodaje de su opera prima con poco presupuesto y muchas miradas puestas sobre él.

Cóndor de Plata a la Mejor Película en el año 2001, la cinta ganó siete premios de diez nominaciones en la gran fiesta del cine argentino. El largometraje arrasó a lo largo y ancho de Latinoamérica, y, año tras año, ha ido avanzando desde un gran éxito inicial, hasta un lugar de prestigio y relevancia dentro del Olimpo del cine internacional de culto en habla hispana.

Fabián Bielinsky sólo pudo dirigir un largo más antes de morir. Se trata de la cinta titulada ‘El Aura’, producida en el año 2006 – una auténtica obra maestra, by the way – en la que repite Ricardo Darín, esta vez en el papel de un atormentado y oscuro taxidermista, así como los actores Alejandro Awada y Claudio Rissi.

Bielinsky falleció en Sao Paulo en el año 2006 a los 47 años de edad. Para el recuerdo quedan sus dos películas, y la memoria de uno de los mejores debuts de la historia del cine. Nueve reinas es una de esas cintas atemporales y universales que no tienen por qué ajustarse a criterios pasajeros ni caprichosos para ser disfrutada por amantes de las buenas historias de cualquier lugar, en cualquier momento, por cualquier razón, y sin mayor pretexto. El talento y el instinto de este genio del celuloide es la mejor prueba de que ‘nunca es tarde si la dicha es buena‘ – y con Fabián, la dicha fue buenísima.

Alejandro González Iñárritu – Amores perros

Cerramos este triplete de ases con el primer trabajo del exitoso director mexicano González Iñárritu, estrenada allá por el año 2000 con un rotundo éxito entre público y expertos por igual. La crítica estuvo presta para aclamar la creatividad y la variedad de temas, así como la estructura narrativa, la fidelidad y la honestidad de la historia. Ganadora del BAFTA a Mejor Película de Habla No Inglesa y del Premio de la Crítica en Cannes, Iñárritu además estuvo nominado en las categorías internacionales en los premios Oscar y en los Globos de Oro. Difícil acaparar más atención en un debut, la verdad.

Alejandro González Iñárritu es el pequeño de siete hermanos y nació en Ciudad de México en 1963. Inició su carrera en 1984 en el mundo de la radio, presentando una serie de programas musicales y realizando entrevistas para diversos artistas del rock nacional e internacional, llegando a componer música para algunos films mexicanos de la época. A día de hoy, el cineasta azteca menciona la música como un factor de mayor peso dentro de su proceso y evolución creativa que el propio cine. A principios de los noventa se asocia con otros jóvenes talentos mexicanos para crear z films, una modesta productora desde la que Alejandro comienza a experimentar y producir sus primeros cortometrajes.

Todo este crecimiento progresivo acabó por cristalizar en la creación de su aclamada cinta Amores Perros, un largometraje dividido en tres historias que el espectador aprende a conectar durante el desarrollo de las mismas. 21 Gramos en 2003, y Babel en 2006, completan la llamada Trilogía de la Muerte del director mexicano- una serie de películas que, si bien no comparten una relación narrativa, si que están conectadas de una manera conceptual. Limbo, el próximo trabajo de Alejandro González Iñárritu, comenzó a rodarse en marzo de este mismo año.

Hasta aquí este breve repaso a tres debuts muy sonados. Picasso dijo que había pasado toda su vida intentando aprender a pintar como un niño. Si atendemos a la manera en que estos tres elefantes del séptimo arte irrumpieron en la escena con su primera obra, resulta más fácil entender a qué se estaba intentando referir el genio malagueño – las posibilidades de una mente que no ha sido adiestrada son infinitas.

Texto de Tarek Morales

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