Searching for Sugar Man es un film – documental del año 2012, producido a caballo entre Suecia, Reino Unido y Finlandia, y que fue escrito y dirigido por el sueco Malik Bendjelloul. La cinta cuenta la historia del músico americano Rodríguez.
La idea del documental surge a partir de la búsqueda que realizan dos ciudadanos sudafricanos, Stephen Segerman y Craig Bartholomew Strydom, grandes amantes de la música del artista norteamericano, para intentar contrastar la historia que circula en su país acerca de la vida y muerte del rockero originario de Detroit. Es aquí donde la historia cobra vida y justifica la concepción de este documental.
Sixto Rodríguez (1942) lanzó sus dos primeros álbumes de estudio en 1970 y 1971. Ninguno de ellos consiguió hacerse un hueco y destacar dentro del mercado musical americano, así que el bueno de Rodríguez, ni corto ni perezoso, cambió los estudios de grabación por el mono de currante y se olvidó de la música durante unos años. Por algún motivo, algunos de los vinilos de Rodríguez llegaron hasta Sudáfrica, en una época, la anterior a internet, donde era terriblemente difícil, para artistas y amantes de la música a partes iguales, tanto expandirse más allá de tus fronteras patrias como poder disfrutar de trabajos producidos en el extranjero. Allí la música de Rodríguez sí que triunfó, y se convirtió en un auténtico fenómeno – pero el músico nunca se enteró.
En la sociedad sudafricana de la época muchos jóvenes habían desarrollado el gusto por disfrutar de la vanguardia musical llegada de otros países, sobre todo del Reino Unido y los Estados Unidos. Para ellos, Rodríguez era un artista internacional de la talla de The Beatles o Pink Floyd. Pero el artista de Michigan, once again, nunca se enteró.
Conforme iban pasando los años y aceptaban con resignación el hecho de que Rodríguez no producía nada nuevo, comenzó a circular un rumor que llegaría a transformarse en certeza para, finalmente, entrar a formar parte de la leyenda – Rodríguez se había suicidado en una actuación en directo durante uno de sus conciertos en Estados Unidos. Este era el motivo de que, desde 1971, ningún nuevo trabajo del artista hubiera llegado a oídos de los sudafricanos.
Y bajo esta premisa nace este documental. El director viaja en busca de un Rodríguez de casi 70 años, que ha pasado buena parte de su vida partiéndose el espinazo en su Detroit natal, ignorante (hasta 1997 – más de veinte años después de haberse bajado de los escenarios) del hecho de que era una superestrella absoluta a ojos de la sociedad sudafricana. Desde entonces y hasta el momento de creación del documental, el gran Rodríguez había sido capaz de amarrar un par de bolos y relanzar su carrera – pero serían los creadores de este documental los encargados de llevárselo de viaje a Sudáfrica para recibir en vida las flores que muchos incrédulos amantes de su música esperaban para entregar a quien habían creído, durante tantísimo tiempo, difunto.
La cinta fue galardonada con los premios Oscar y BAFTA al Mejor Documental del año 2013, y, ciertamente, la historia no es para menos. Un documental excepcional, una historia que supera a la mejor ficción, y un artista cuya experiencia vital viene acompañada de una importante lección de humildad y satisfacción personal. Imprescindible.
Texto de Tarek Morales
