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Bohemia Librería: Yo le disparé a Andy Warhol

Valerie Solanas era una mujer compleja. Siempre lo había sido. Se había criado cerca de San Francisco, en un hogar disfuncional en el que su padre abusaba de ella reiteradamente. A los trece años y debido a ese motivo, ya se había escapado de su casa. De adolescente, conoció las drogas y prostitución como medio de vida. Toda esta historia personal la llevó a acumular un gran resentimiento sobre la figura masculina.

A pesar de haber nacido en un hogar de bajos recursos, era una persona que se destacaba por su inteligencia y su intelectualidad. Muchas veces se ganaba la vida proponiéndole a los hombres sólo una charla interesante a cambio de comida o algunos dólares. Muchos aceptaban, y así fue como Valerie dio forma a sus ideas feministas.

También logró estudiar una carrera universitaria y se recibió de psicóloga. Todo lo aprendido en la carrera más sus experiencias de vida, la llevaron a escribir algo que ella denominó “El Manifiesto SCUM. Manifiesto de la Organización para el Exterminio del Hombre” el cual, según sus propias palabras, comprobaba científicamente que los hombres son sólo un error de la matrix, un accidente biológico, y que la superioridad del sexo femenino es innegable.

La forma de ser de Valerie era algo excéntrica: jamás se arreglaba ni se interesaba por su aspecto físico, y aunque ya estaba recibida de psicóloga y podría haber ejercido su profesión, continuó prostituyéndose. De alguna forma, la prostitución era su modo de vida y a la vez, era su conexión diaria con su dolor mayor: su insana relación con el sexo masculino. A través de esta práctica aumentaba día a día su desprecio por los hombres.

Es en las calles de San Francisco que Valerie entabla una relación de profunda amistad con una chica trans que vivía en el mítico Chelsea Hotel. Es ella quien la acerca al mundo del arte y al que más adelante, sería la perdición de su poca estabilidad mental: el artista Andy Warhol.

Varias noches Valerie, junto con otros artistas, fue invitada a participar de las reuniones que se hacían en La Factoría. La Factoría era una gran fábrica de arte, donde Warhol trabajaba en sus obras, daba fiestas y a su vez, proponía que el espacio sirviera de lugar de inspiración de otros artistas. El concepto de fábrica era muy paradójico porque era real: en la factoría siempre se estaba creando algo. Nunca paraba de funcionar, tal como las fábricas, los motores creativos nunca se apagaban.

Es cierto que no todos los artistas que participaban en las fiestas de La Factoría tenían tan en claro lo que se hacía allí. Algunos sólo creían que era un buen lugar para ir a drogarse y pasar el rato. Sin embargo, la intención de Warhol era empresarial: muchas ideas que nacían en La Factoría luego eran “robadas” por él, sin que ninguno de los artistas que las habían aportado pudiera alegar nada al respecto. Valerie era en ese aspecto igual de profesional que Warhol: desde el momento en que empezó a participar de sus fiestas tuvo en claro que el Manifiesto SCUM debía llegar a manos de Andy para que éste financiara la obra de teatro basada en él.

No era tarea fácil llegar directamente a Warhol: si bien él recorría La Factoría, el contacto con los artistas era esporádico, y sólo con aquellos en los que estaba interesado en su obra. Fueron varias noches que Valerie estudió la ocasión de acercarse a Andy. Primero, simulando un encuentro casual en un restaurante en el que él cenaba con un colaborador. Allí Valerie logró entablar una pequeña conversación y contarle algo de su Manifiesto. Fue en otra ocasión, en La Factoría, un día que ya estaba amaneciendo y mientras Warhol descansaba en un sillón, cuando Valerie pudo conocerlo mejor, contarle sus ideas de supremacía del sexo femenino, incluso hablar de que aquello estaba probado científicamente. A Warhol le fascinaron las ideas de Valerie, era innovadora, tenía ambición y estaba loca: todo lo que necesitaba para ser parte de su círculo artístico más íntimo.

En una oportunidad, Andy invita a Valerie a una cena con amigos. Allí ella lo presiona para que prometa delante de todos que él se encargará del financiamiento del Manifiesto SCUM, el film, y lo obliga a que le dé un adelanto de algunos dólares a tales fines. Warhol le da el dinero, pero más con la intención de sacársela de encima en ese momento que de tomarse en serio la realización de la película, lo cual, ni siquiera estaba en sus planes. Valerie empieza a soñar en grande: por fin su genialidad había sido descubierta.

A su vez, es Andy quien introduce a Valerie con un agente literario a fin de que el Manifiesto SCUM sea libro en formato físico. Valerie decía que su agente literario era el mismo que el de Henry Miller y William Borroughs, que su libro vendería millones y subida a esa ambición, firma un contrato bastante perjudicial para sus derechos de autor, que son cedidos en la totalidad a su agente. Al darse cuenta lo que había firmado, Valerie recurre a Warhol para que la ayude a revertir su error y a la vez, para apurarlo con el financiamiento de la película.

Andy le comunica que no es agente literario, por lo que no puede hacer nada si ella misma cedió los derechos de su obra. Postura totalmente coherente, pero no para Valerie Solanas, que tomó esas palabras como una afrenta a su amistad y entabló una gran discusión con el productor de Warhol, al cual intentó agredir físicamente. Fue en esa ocasión en que fue retirada de La Factoría y se la desvinculó del mundo Warhol para siempre.

Cuando Valerie queda fuera del mundo Warhol y sin posibilidad de recuperar la llegada masiva que ella suponía que tendría su Manifiesto, enloquece de manera total, y su nivel de agresividad sube hasta dedicar sus días exclusivamente a prepararse para matar a Andy Warhol.

Una mañana temprano, concurre a la oficina que estaba arriba de La Factoría, donde sabía que Warhol empezaba su jornada laboral. Sin embargo, no lo encuentra allí. Decide esperar el tiempo que fuera necesario en la calle, hasta que finalmente Andy llega. Él parece llevarse una grata sorpresa con la visita de Valerie, a la que realmente apreciaba. Andy nunca había notado la gravedad que había tenido para ella que su apoyo al Manifiesto SCUM no hubiera sido el que ella esperaba. Mientras él entablaba una conversación telefónica, Valerie saca un arma y dispara una, dos, tres veces en el estómago de Warhol, en su brazo y en su hombro. También dispara contra su manager. Y se retira.

Cuando la policía la encuentra vagando por las calles de San Francisco, ella misma les dice «sí, yo disparé a Andy Warhol, él ya tenía demasiado control sobre mi vida». Andy sobrevivió, pero las secuelas de esos disparos le repercutieron durante toda su vida. Sin embargo, nunca denunció penalmente a Valerie. En algún punto, la entendía. Realmente era brillante. Él se había dado cuenta de eso. No ponerle una denuncia fue el acto más humano que tuvo Warhol con los “trabajadores” de su fábrica.

Valerie estuvo tres años internada en un neuropsiquiátrico. El resto de sus días vagó por las calles de San Francisco hasta morir de una neumonía en un hotel, en el año 1989.

¿Qué fue del Manifiesto SCUM? Pues fue publicado en reiteradas ocasiones alrededor del mundo, y se lo considera hoy un clásico feminista. En cuanto a Valerie Solanas, se debe haber sentido muy duro nunca cumplir en un cien por ciento sus deseos personales, incluso los más oscuros. Fue casi famosa y casi asesina. Nadie recuerda a los masomenos de la historia.

Texto de Gisela Monti, Bohemia Librería. @bohemia.libreria / @gisela.monti

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