Diálogos

Conociendo al autor: Conversaciones con Iván González

Hoy os traigo un libro que sí o sí tenía que estar en Conociendo al autor: Conversaciones. El libro se titula El diario de Olivia Morgan, y su autor es Iván González. Dicen que los libros no se deben comprar por la portada, pero con este libro sí que lo haría, porque la portada te atrae. Lees la sinopsis, tan bien redactada, y el libro vuelve a atraerte. Por último, hablas con el autor para proponerle una entrevista, y te encuentras con una persona fantástica. 

Después de todo lo dicho, es hora de que conozcáis a Iván y su primera novela. 

María: Estoy segura que al lector le gustará saber quién es Iván González. 

Iván González: ¡Hola! Pues soy un tipo normal. Un sanitario bilbaíno cuarentón y demasiado idealista para el tiempo en el que vivimos. Apasionado de casi todas las tendencias frikis, del cine y de los animales. A estos últimos les debemos un mundo mejor. Un mundo que antes ya era suyo.  

María: Un tipo normal no diría que eres, con esos pensamientos tan bellos. Te sigo preguntando Iván. ¿Cuándo descubriste que te gustaba escribir? 

Iván González: Muy jovencito. La “culpa” fue de los juegos de rol, otra de mis pasiones. Los descubrí con nueve añitos y desde ahí sentí la necesidad de crear mis propias historias y mundos de fantasía. Creo que este tipo de juegos es una herramienta que los escritores pueden utilizar muy productivamente para sus creaciones. 

María: Observando la portada de tu libro titulado El diario de Olivia Morgan pienso que voy a encontrarme un libro de terror, suspense y quizás un poco de ciencia ficción. ¿Es así o estoy confundida? 

Iván González: En parte. El diario de Olivia Morgan es una novela que empieza siendo un thriller de suspense, con un ritmo que va creciendo poco a poco, para acabar en un thriller de Ciencia ficción postapocalíptica con ritmo trepidante que atrapará al lector hasta el final. Dicho esto, a pesar de que está encuadrado en la Sci-fi, cuando leáis la novela comprobaréis que está mucho más cerca de la realidad de lo que os gustaría, hasta tal punto que la angustia hará acto de presencia. En cuanto al terror, no es una novela de terror. No al menos en máxima expresión.  


El olor rancio a tabaco se mezclaba con la sofisticación de la estancia donde una veintena de hombres y mujeres admiraban en silencio el gran monitor ubicado en la pared. Permanecían sentados alrededor de una robusta mesa de roble, prestando cuidada atención al discurso de la persona que estaba en el plasma. Sobre la mesa se podían observar las diferentes placas identificativas de cada miembro. En ellas, al nombre de cada uno le acompañaba la bandera del país al que pertenecía. La mayoría, del centro y norte de Europa. Fuera del óvalo de roble, sentadas junto a la pared, se hallaban numerosos semejantes sin voz ni voto. Formaban parte del equipo de asesores y seguridad de las diferentes personalidades y del Complejo. Todas ellas eran fácilmente identificables, excepto una. Una figura sentada en la esquina más alejada de la pantalla que no dejaba de manipular un encendedor Zippo plateado y adornado en relieve con la cara de una gata negra en su cubierta. El uniforme negro paramilitar que llevaba, correspondiente al servicio de seguridad de las instalaciones, le hacía parecer una sombra.   

Iván González. El diario de Olivia Morgan. 

María: Supe interesante tu novela. ¡Qué bien lo has explicado! Ahora, me toca preguntarte por los que participan en esta historia. De todos los personajes que has creado, ¿Cuáles crees que son los que más debe tener en cuenta el lector? 

Iván González: Uno de los puntos fuertes de la novela que suelen destacar los lectores es el elenco de personajes y la potencia que aportan todos a la historia. Inevitablemente, uno de ellos debe ser Olivia Morgan. Se trata de la protagonista de la historia, una periodista vasca, de padre británico y madre euskalduna, que se ve envuelta en una guerra entre dos serpientes que amenazan con llevarse a la humanidad por delante con tal de conseguir sus objetivos. Es una mujer que se fortalece más y más a medida que transcurre la historia, hasta descubrirse a sí misma como una titán de piel de roca y voluntad de hierro.  Otro de los personajes a tener en cuenta es Vkleaks. Este hacker es la lengua de una de las serpientes y casi hasta aquí puedo escribir sobre él… Os encantará. También quiero destacar a Ainara, Oksana y Miren. La primera es la novia de Olivia y es ertzaina, una atlética mujer capaz de hacer cualquier cosa con tal de proteger a su pareja. Y cuando digo cualquier cosa, digo todo lo que sea necesario. Oksana es el lado oscuro de la propia miseria humana y la mercenaria líder del Comando de Caza. Y Miren, ¡ay mi Miren! ¡Esta niña de once años es la leche!    

María: ¿El diario de Olivia Morgan es una novela con un final cerrado o tendrá una segunda parte? 

Iván González: Es la primera parte de una bilogía o trilogía. Veremos dónde nos lleva la historia. El final… es mejor que lo descubráis vosotros. 


La tormenta que arreciaba sobre la ciudad de la niebla era la cómplice perfecta para silenciar lo que estaba ocurriendo dentro del edificio diplomático, donde un viejo amigo se había convertido en traidor y en el caballo de Troya perfecto para los intrusos. La media noche recién se despedía cuando un disparo a bocajarro provocó un volcán carmesí en la cabeza del último escolta del cónsul que quedaba con vida. 

—Se te acaban las vidas, monsieur. Ahora empezaremos por tu familia. —El susurro burlón del encapuchado penetró hasta el corazón del maniatado embajador—. Si quieres que salgan con vida de esta, dime el destino de la transferencia codificada que hiciste ayer con la información que robaste del Complejo. ¿Acaso pensabas que no te tendríamos vigilado? ¿¡Por quién nos tomas!? —El puñetazo seco en la mandíbula estuvo a límite de doblegar la silla donde férreas ataduras amarraban al sentenciado.  

El llanto del embajador se había vuelto una mezcolanza de súplica, sangre e impotencia.  

—Por favor, os juro por mis hijas que no sé a qué transferencia os referís. Robé la información para tener un seguro de vida después de abandonar el Grupo. No hay más copia que la que contiene ese pendrive. Tenéis que creerme. Os lo ruego. Matadme; coged el dinero de la caja fuerte; pero por el amor de Dios, no hagáis daño a mi familia. —Su exhortación se clavó en el único individuo exquisitamente trajeado que se encontraba en el despacho del diplomático—. Viejo amigo, por favor. Te prometo que no te guardaré rencor en la otra vida. No dejes que les ocurra nada. 

Iván González. El diario de Olivia Morgan


María: ¿Crees que el mundo del cine y los libros van unidos? 

Iván González: Creo que deben ir unidos. Ambos son una fuente inagotable de inspiración y motivación. Soy un cinéfilo empedernido y mi manera de narrar es muy cinematográfica. 

María: Menudas reseñas tan positivas que tienes. ¿Cómo te sientes? ¿Lo esperabas? 

Iván González: Me siento estupendo, la verdad. No me esperaba ni la mitad del buen recibimiento que está teniendo la novela. El otro día la compararon con la obra del maestro Manel Loureiro e imagínate cómo me sentí. Además, ha llegado al nº1 de Amazon en varias categorías. Pero siempre tengo los pies en el suelo, son un don nadie en esto y aún tengo mucho por mejorar.  

María: Me gustaría que nos dijeses donde se puede comprar tu libro, y si algún lector desea contactar contigo, ¿Dónde puede hacerlo? También decirte que si crees que el lector debe saber algo importante que no te pregunté, es tu momento.  

Iván González: La novela está disponible en Amazon, tanto en tapa blanda como en e-book y Kindle Unlimited. Además, contactando conmigo en cualquiera de mis RRSS podéis conseguir un libro dedicado con alguna sorpresita. La verdad que la entrevista ha sido muy completa. Solo animaros a leerla porque estoy seguro que no os va a decepcionar. El diario de Olivia Morgan es mucho más que una historia de infectados. Es una trama de conspiraciones, amor, odio y un sinfín de sentimientos encontrados que harán que no puedas despegarte de sus páginas. 


Gracias, pecosa. —Agradeció Ainara, pellizcándola en la nariz. Y sin más dilación, salió de la guarida. El único elemento a su favor lo encarnaba la carnicería de la autopista. Allí había muchos supervivientes guarnecidos en sus coches, asediados por cientos de infectados. Era dramático, pero sus gritos implorando auxilio, los cláxones y los acelerones, eran música para sus oídos y funcionaban como un imán para esas criaturas. 

Entró esprintando en campo abierto, rumbo al área del helipuerto donde había fijado el objetivo en un Hummer con portón trasero. Dos rabiosos detectaron su presencia y fueron tras ella; el primero se le acercaba por delante y el segundo por su costado derecho. Obvió a este último porque no se interponía en su trayectoria y se centró en el repartidor de pizza que se avecinaba de frente, gruñendo y echando espumarajos. Dudó entre usar la pistola o la bomba incendiaria. Finalmente, optó por disparar tres veces. El primer proyectil le alcanzó en el pecho, causando que se plegara sobre su cintura pero sin detener el avance; el segundo lo erró; y el último le atravesó la pierna provocando, este sí, que perdiera el equilibrio y cayera. Ainara saltó por encima y notó como una de sus manos casi le engancha el tobillo. Para entonces, ya tenía al otro perseguidor saboreándole la nuca. Aunque el vehículo estaba a menos de diez metros, no le daría tiempo a abrir la puerta y cerrarla antes de que le pusiera las manos encima. Desesperada, se arriesgó a enfundar el arma para ganar competencia en el lanzamiento del coctel molotov. Y así lo hizo. Saltó hacia delante con el objeto de ampliar la separación con el rabioso y, volteándose en el aire, lanzó la pira de fuego contra él. El fogonazo convirtió a la víctima en una antorcha humana que, si bien se estaba consumiendo, no aullaba de dolor. Parte del líquido inflamable impregnó a Ainara, quien tuvo que rodar por el suelo y despojarse de su chaqueta para evitar las quemaduras. 

Jadeante y dolorida, la policía llegó hasta el 4×4 para comprobar que el infectado llameante no cesaba en su cacería. 

—¡Joder! —vociferó, sin saber que no era ese su único problema. Como un águila cayendo en picado, una rabiosa la atacó desde el techo del automóvil antes de que pudiese abrir la puerta. Ainara reaccionó rápido y eludió caer al suelo con ella encima, lo que la benefició para reptar por debajo del todoterreno. La infectada la siguió a una velocidad endiablada, logrando trabar una de sus piernas. La ertzaina se giró blandiendo su pistola. 

—A ver si aguantas esto, puta. —La bala hizo una prospección en el cráneo de la mujer, matándola al instante, lo que propició que Ainara pudiese cruzar el Hummer y entrar por la puerta del copiloto. Cuando el motor abrió las caballerizas de los trescientos cincuenta caballos que mantenía encerrados, el estruendo fue tremendo. Una bestia mecánica que ensombrecía la ferocidad de los infectados que ya se aproximaban, incluida la pira humana, aún en pie, que se afanaba por romper el cristal. En el trayecto tuvo el placer de arrollar a varios rabiosos antes de llegar a la garita de seguridad, donde los dos hermanos aguardaban.  

Iván González. El diario de Olivia Morgan. 

‘Courtesy of Sundance Institute.’

María Torres. 

Conociendo al autor: Conversaciones. 

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