Espíritu deportivo

En defensa de Kyrie Andrew Irving

Vaya por delante que este no es un artículo más que busca posicionarse en un sentido o en otro dentro de la vorágine mediática que se ha creado a razón de la maldita vacuna. Para eso no le faltará a usted contenido al que dirigirse para afianzarse en la posición que ya mantiene (Dios nos libre de utilizar el libre acceso a la información como manera de contrastar y, si es necesario, cambiar nuestra opinión respecto a algo. Uno utiliza la información que a uno le conviene para confirmar lo que uno ya sabe)

Sin embargo, es posible que a un servidor se le acabe viendo el plumero durante el transcurso de este artículo. Pero bueno, vamos al lío.

La cosa, en resumidas cuentas, va de que un jugador de baloncesto americano, Kyrie Irving, se ha visto apartado de su equipo sin posibilidad de participar del inicio de la presente temporada. La causa es su negativa a empujarse una dosis (o dos, o tres) de alguna de las vacunas a elegir para prevenir el Covid-19.

Lo especial del caso es que, dentro del total de 30 franquicias que conforman actualmente la liga, tan sólo los equipos que están ubicados en los estados de Nueva York (New York Knicks y Brooklyn Nets) y California (Los Ángeles LakersLos Ángeles ClippersSacramento Kings y Golden State Warriors) deben someterse a la prohibición de acceso a recintos deportivos o de eventos cerrados para todos los no vacunados por mandato estatal.

Se producen aquí ciertas contradicciones. La primera de ellas, y más sorprendente, es que los jugadores de otros equipos residentes en otros estados diferentes a NY y California que han rechazado de igual forma la vacuna si que pueden participar en encuentros contra equipos locales en los estados mencionados.

Este es el caso, por ejemplo, de Bradley Beal. El escolta estrella de los Washington Wizards ha mantenido su firme intención de no aplicarse la dosis. Esto es así porque la regla sólo se aplica para los ciudadanos que viven y/o trabajan en/para Nueva York o California. Sin embargo, ya se están promoviendo propuestas para modificar la nota. Se quiere establecer la obligatoriedad de la vacuna para acceder a recintos para jugadores de otros equipos. Esto es, para ciudadanos de otras regiones.

El tema tiene guasa por varias otras razones. La prensa deportiva mainstream americana se ha lanzado a despedazar al jugador. Como no podía ser de otra manera. Se le acusa de falta de profesionalidad, de indolencia frente al devenir del equipo, tanto en términos deportivos como económicos, y de comportarse como una diva que utiliza su falta de adherencia a la autoridad como forma de llamar la atención.

Ya veremos más adelante que a la trituradora mediática no le faltaban ganas de hincarle el diente a Irving. Kyrie es uno de los jugadores más polémicos y con peor relación con la prensa.

Cuando hablamos de Kyrie Irving hablamos de una de las grandes estrellas de la liga. Uno de los grandes ídolos del deporte norteamericano y mundial. Recientemente, en 2019, el jugador nacido en Australia pero de nacionalidad estadounidense firmó un lucrativo contrato de cuatro temporadas con los Nets. Una apuesta por valor de más de 136 millones de dólares.

La franquicia de Brooklyn buscaba asentarse como candidato a ganar todo con un proyecto liderado por Kyrie y Kevin Durant. El MVP de la liga en el año 2014 firmaría con los Nets por cuatro años y 164 millones en 2019. Durant llegaba tras ganar dos anillos de campeón en tres temporadas liderando a los Warriors.

Finalmente, el broche de oro. El combinado neoyorquino adquiere a James Harden desde los Houston Rockets en enero de 2021. Harden, MVP de la liga en 2018, es uno de los anotadores más prolíficos de la historia. Ya de paso, los Nets absorben también el masivo contrato que The Beard firmó con el equipo tejano en 2017 por 171 millones de dólares.

Huelga decir que el proyecto de Brooklyn es un proyecto de presente. Al juntar a estos tres all-stars en su prime, la franquicia se queda sin mucho margen de maniobra en lo económico. Los Nets están obligados a competir por el título mientras sean capaces de mantener a su trío de ases.

Y es que estamos ante, quizá, la mayor coexistencia de talento de la historia del baloncesto. Por encima incluso de tríos como Curry-Durant-Thompson en los Warriors, o LeBronWadeBosh en los Miami Heat de principios de la década.

Durant, Harden y Kyrie comparten vestuario en el que debiera ser el punto álgido de sus carreras. El mencionado prime, o la etapa que se considera de mayor rendimiento en la carrera de un atleta. Si nos imaginamos una curva, el prime de un atleta sería el punto más alto de la misma. El momento en el que talento atlético y la maestría que otorga la experiencia se combinan de la manera más equilibrada. Para un jugador de baloncesto se estima entre los 27 y los 31 años.

Es por esto que la negativa de Irving a vacunarse ha suscitado tanta polémica. Tanto la prensa especializada como los seguidores de la NBA siguen el caso de cerca.

Esta temporada, Brooklyn se ha visto obligada a comenzar sin Kyrie. Esto no les ha impedido situarse en los puestos de cabeza de la conferencia este. Por otra parte, el equipo ha pasado apuros en muchos partidos, y ha sufrido más derrotas de las que cabía esperar antes de empezar. Pero claro, es que falta una de las patas de esta mesa de tres apoyos.

A Kyrie se le acusa, repetimos, de falta de profesionalidad. Porque una persona que cobra semejante pastizal no parece tener derecho a mantener su posición en asuntos que, a priori, no deberían tener nada que ver con su desempeño profesional.

Se le acusa de deslealtad, no sólo a su pagador, sino a sus compañeros y a sus fans. A sus compañeros, empezando por las estrellas Durant y Harden, que se sumaron al proyecto de Brooklyn para jugar con él. Los que ahora ven como, en muchas ocasiones, la falta del habilidoso point guard formado en la Universidad de Duke se hace notar. Hasta el punto en que parece desacreditar sus opciones como contendientes reales al título.

Y también a sus fans. Esos que se apilan en largas colas para acceder al flamante Barclays Center del distrito neoyorquino con la intención de disfrutar de la destreza del que está considerado uno de los mejores, si no el mejor, ball handler de la historia de la liga.

Se le acusa de no someterse a la regla. De no conformarse a la norma. De no dejarse llevar por la corriente. Independientemente de la opinión personal que cada uno tenga o deje de tener en esta materia, todo eso parece irse al traste cuando nos topamos de frente con el potencial impacto de esta trama en la manera en que concebimos la libertad para tomar decisiones individuales dentro del esquema que representa la vida en comunidad.

Y es que ese, y ningún otro, es el problema aquí.

El asunto se divide entre quienes apoyan su firme decisión, y quienes la critican. Entre aquellos que la apoyan, no todos son locos anti-vacunas ni paranoicos amantes de la conspiración. Entre aquellos que la critican, algunos no son más que aquellos que se adaptan a la norma y desprecian al que no lo hace. Como si el mantener una forma de pensar alternativa fuese una especie de bofetada sin manos a ojos del que ve reflejada su propia incapacidad en la independencia del otro.

Sí, es cierto que Kyrie Irving lo cobra bien. Cobra un auténtico pastón por jugar a un juego. Por botar una pelotita, o por entretener e inspirar a millones. En cualquier punto de ese continuo.

Es cierto que la franquicia, sus compañeros, y sus aficionados, tenían grandes aspiraciones para este año. De momento el jugador no se ha mostrado comprometido con ellos hasta el punto de anteponer este compromiso a sus convicciones personales.

También es cierto que Kyrie Irving es de sobra conocido dentro de la liga por sus constantes y continuas meadas fuera de tiesto. Estamos hablando del defensor número uno dentro de la liga de la teoría de que la tierra es plana. De uno de los atletas más vocales en materia política, social y racial. Un tormento reconocido para entrenadores por su actitud, a ratos altiva y egoísta de más.

Pero, quizá en este caso, la batalla que el base de los Nets está librando nos debería interesar a todos. Y es que sus consecuencias podrían afectar al grueso de la población.

Poco se habla en la prensa deportiva del valor y el coraje del atleta. Poco se habla de que, pese a tener firmado este jugoso contrato con Brooklyn, el jugador se ve penalizado por cada partido que se pierde. A razón de 380.000 dólares por encuentro. 16 millones de pavos en total si acaba por perderse la temporada entera.

Hay que aclarar que las cifras que los deportistas firman no son las que acaban por cobrar. Es necesario primero que el fisco se quede su parte. Como ya se imaginan, es una parte significativa. En torno al 40% del salario de los jugadores va derechito para impuestos. Así que, sí, Kyrie Irving es multimillonario. Pero no es como si no le doliese palmar pasta de esa manera.

Imagine una situación parecida en su trabajo. Cualquiera que sea. Ante la imposición de la vacuna, o de cualquier otra norma que usted, por el motivo que sea, no considera apropiada, se ve relevado de su posición hasta que cambie de idea, palmando un porcentaje de sueldo por cada día que falte al trabajo.

No usaremos aquí la palabra extorsión. Siendo honestos, cualquier empresa tiene potestad para implantar normativa en concordancia con las directrices del gobierno central. Y también el trabajador de turno tendrá siempre opciones. O bien disputar el asunto mediante los procedimientos habilitados para tal fin, o bien resignar de su posición. Algo no siempre sencillo, dadas las potenciales consecuencias.

Lo que estamos buscando poner de relevancia aquí es el valor de la acción de Kyrie Irving.

Hay una expresión anglosajona (con toda la pinta de haber sido creada en los Estados Unidos) que reza ‘put your money where your mouth is’. Se puede interpretar como ‘si de verdad crees eso, debes estar dispuesto a mantener tu posición contra viento y marea. Pierdas lo que pierdas’.

Esto es lo que está haciendo Kyrie. Su decisión personal le está costando en lo personal. Donde más duele. En lo económico. El motivo principal detrás de todas esas horas de trabajo y esfuerzo invertidas día tras día durante décadas, y sin garantía de éxito. Pero también afecta en lo deportivo. Afecta en su legado.

Kyrie Irving fue elegido en primera posición en el draft de 2011 por los Cleveland Cavaliers. Allí, el base se establece pronto como uno de los mejores jugadores de la liga y el líder de su equipo. Al menos durante sus primeros años. Hasta la llegada del hijo pródigo de Ohio y uno de los mejores (para muchos, el mejor) jugadores de la historia, LeBron James. The Chosen One retornaba a Cleveland tras ganar dos títulos en cuatro años con los Miami Heat, y con la intención de completar el asalto al anillo que no pudo rematar en su primera etapa en Cleveland (2003 – 2010). Juntos buscarían traer a la ciudad el tan ansiado primer título de la historia de la franquicia.

Kyrie en su etapa en los Cavs

Esta victoria llegaría en 2016. El combinado del midwest norteamericano se alza con el título derrotando a los Golden State Warriors. En una serie de infarto, Kyrie pone el punto final a la eliminatoria en el último minuto del séptimo y último partido. La leyenda de Kyrie Irving en Cleveland se cimienta sobre ese tiro mágico y providencial, y sobre los números y el rendimiento mantenido durante las temporadas que valdrían cuatro visitas a las finales en cuatro años. «Sólo» pudieron rascar un anillo. Más que suficiente para un small-market team de un estado humilde como Ohio.

Kyrie Irving abandonaría el equipo en 2017 para firmar por los Boston Celtics. Lo haría con la voluntad de demostrar a todos que podía liderar a un equipo hacia el título, fuera de la pronunciada sombra de King James. No saldría bien la cosa. El jugador vería su rendimiento decaer en estas dos temporadas en Massachussets.

Kyrie como miembro de los míticos Celtics de Boston

Llegaría así la hora de firmar por el mega-proyecto en Brooklyn. En estas dos temporadas, hasta el momento presente, aún no ha habido una cosecha fructífera al otro lado del puente que se inicia en Manhattan. Lesiones y dramas han copado los titulares de la franquicia neoyorquina. Los aficionados solo han podido disfrutar con cuentagotas de este todoterreno ofensivo.

Así pues, no sólo el bolsillo de Kyrie se ve comprometido. También su legado en la cancha. Su discreto paso por los Celtics y su, hasta ahora, problemática etapa en Brooklyn, son el alimento perfecto para los críticos que echaron pestes de su marcha de los Cavs en 2017. Esos que ya auguraban que el talentoso Irving no sería capaz de liderar un proyecto hacia el anillo él solito.

Por último, es la propia reputación personal del jugador lo que está en juego.

Caracterizado ya como polémico y contradictorio, Kyrie Irving no se ha hecho muchos amigos en la prensa durante estos años. Y ya sabemos que es la prensa quién eleva o desestima a sus personajes de turno a su antojo.

Son múltiples los encontronazos con los periodistas de un Kyrie Irving que siempre se ha mostrado reacio a convertirse en figura pública o en modelo de conducta para los jóvenes. El atleta prefiere mantenerse discreto e inspirar a futuros talentos del deporte con su desempeño en la cancha. Sus contados escarceos mediáticos han venido siempre a bordo del vehículo del baloncesto.

El jugador siempre ha mantenido su firme negativa a mostrar una cara impuesta y amigable ante prensa y público. Esto ha convertido a Kyrie Irving en una figura que polariza a los seguidores de la canasta.

Algunos lo adoran, otros lo odian. Unos lo apoyan, otros no lo entienden. Muchos disfrutan de él sobre la cancha sin darle mayor importancia a su personalidad fuera de la misma. Otros tantos no pueden permitirse el lujo de reconocer su talento ante la profunda antipatía que su figura les provoca. Hay quien aplaude su rechazo a aceptar la vacuna. Hay quien lo critica con saña.

Kyrie Irving está librando una batalla. Pero no sólo una batalla por sí mismo. Ni siquiera una batalla por los no vacunados. Por aquellos que, al manifestar una serie de dudas y cuestiones legítimas y razonables, susceptibles a provocar un cambio de opinión en el caso de encontrar como respuesta argumentos razonables, se ven acusados de locos o paranoicos por algunos que no sabrían ver venir las diez a las nueve y media.

Kyrie Irving está librando una lucha por todos aquellos que buscan mantener sus principios, sus valores, y su posición frente a las demandas y exigencias ajenas. Considera que sus impresiones son lo suficientemente seguras como para estar dispuesto a apostar por ellas. Válidas como para arriesgar su posición económica. Su legado deportivo y profesional. Su relación con sus compañeros y aficionados. Y su credibilidad y reputación personal.

Hace apenas un mes, un nutrido grupo calificado como «anti-vacunas» por la prensa se congregaba a las puertas del Barclays Center para manifestar su apoyo a Kyrie y su rechazo a las medidas adoptadas por el estado de Nueva York.

De hecho, ante el inminente cambio de alcalde en la ciudad, se creó cierta esperanza de que el nuevo ejecutivo levantaría pronto las prohibiciones que mantienen a la estrella alejada de las canchas. Poco tardaría el futuro nuevo alcalde, el demócrata Eric Adams, en echar abajo estos rumores. Ya ha afirmado que las prohibiciones se mantendrían intactas.

Desde principios de temporada, han sido muchos los jugadores que manifestaron sus reticencias a ser vacunados pero que acabaron por aceptar el pinchazo. Uno de los ejemplos más notables es el caso de Andrew Wiggins. En un principio, el alero titular de los Warriors se negó a aceptar la vacuna. Más tarde, ante la prohibición de jugar partidos para los californianos, decidió cambiar de opinión y formar parte del equipo.

A día de hoy, Kyrie es el único jugador de las franquicias afectadas por esta norma, esto es, NY y California, que mantiene su decisión de no vacunarse. Por tanto, sigue apartado de la plantilla sin posibilidad de jugar.

Sólo el tiempo dirá cómo acaba este culebrón. Desde los primeros días de la temporada, cuando la directiva de los Nets acabó por aceptar que no podrían hacer cambiar de opinión a Kyrie bajo ningún concepto, se ha estado intentando buscar un traspaso. Una operación que acabe con el base estrella en otro equipo de un estado donde pueda jugar aún sin la vacuna, y con Brooklyn con algún jugador de talento a cambio con el que complementar a los huérfanos Durant y Harden.

Pero claro, ni otros equipos están muy convencidos de que incorporar al indomable Kyrie a su plantilla sea una buena idea, ni los Nets están viendo sus expectativas cumplidas en hipotéticos traspasos. El bajo valor de mercado actual de Irving hace que ningún equipo esté dispuesto a intercambiar a jugadores de gran talento por él. Por no mencionar que el resto de la liga es consciente de que Brooklyn se encuentra en una muy mala posición, desde la que tienen muy poco margen de maniobra para negociar. El culebrón, por lo que parece, va para largo.

En cualquier caso, este artículo, por si no ha quedado ya claro, es o pretende ser una defensa de Kyrie Irving. No del Kyrie jugador. No del Kyrie terra-planista. Altivo y tormento de entrenadores. Receloso de LeBron. El que se niega a hablar con la prensa. El que no quiere escuchar lo que tienen que decirle.

Tampoco es una defensa del Kyrie millonario. Ni del Kyrie mediático, de millones de fieles seguidores, admiradores e imitadores worldwide. Ni tampoco es una defensa de uno de los mayores talentos de la historia reciente del deporte de la canasta. Campeón de la NBA. Perenne All-Star. Pesadilla de técnicos, defensas y tobillos rivales. No, esta no es una defensa de Kyrie, el atleta.

Esto es una defensa de Kyrie Irving, el hombre. El hombre que se pone en la línea de fuego por sus ideales. Así sean erróneos. El hombre que cree que lo que cree es legítimo. Porque no es creencia sino sabiduría, conocimiento, o la asunción de que así es. Así sea esa asunción, nuevamente, equivocada. Sí, no hay ninguna virtud en ser terco. Menos aún en ser terco sin la razón. Y menos aún en ser terco sin la razón y sin motivo. Pero hay virtud en pisar con firmeza sobre el suelo por el que caminamos y avanzamos.

Ese debe ser el legado de Kyrie Irving. No el que nos quieren contar. Al margen de que estés de acuerdo con él o no, ten en cuenta que está luchando por tu derecho a estar en desacuerdo. Y esa guerra nos afecta a todos.

Texto de Tarek Morales

Similar Posts

Deja una respuesta