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Let’s Read About It: El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad

El corazón cae como una piedra negra sobre la tierra húmeda. Mientras, nosotros nos preguntamos si lo que estamos leyendo es una pesadilla, un viaje espiritual o un panfleto anticolonialista. El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad quizá sea todo eso. Un viaje espiritual dentro de una pesadilla con mensaje anticolonialista.

En El corazón de las tinieblas conocemos la historia de Marlow. Un personaje en busca de una aventura que cambie su vida. Una clara representación de los ensueños aventureros de los colonos que se embarcaban en peligrosas expediciones por el África negra.

En este aspecto, Marlow representa los sueños e ideales de una generación que observaba con gran excitación como el mundo desconocido (para ellos) se abría de piernas para que su masculinidad salvaje lo penetrase. Una relación no consentida con la naturaleza que debía ser descubierta y validada por el hombre para después ser violada y despojada de sus recursos.

El deseo por encima de la razón. Una experiencia sexual que tuvo como consecuencia el nacimiento del capitalismo multinacional.

Marlow es contratado por la Compañía, empresa inmersa en los procesos de capitalización y acumulación propios de la era colonial, que busca tesoros y marfil en los confines del mundo. También, Marlow debe buscar a Kurtz, agente muy importante de la empresa que lleva un tiempo sin dar señales de vida.

Marlow debe encontrar a Kurtz, debe adentrarse por las venas de la tierra hasta el corazón del infierno negro para rescatarlo. Debe encontrar al mesías renacido de lo salvaje.

La primera parada de Marlow en las tierras africanas sirve para enseñarnos como funciona la colonización. Más que una maquinaria estructurada y bien engrasada parece una empresa llena de borrachos y enfermos, donde la eficacia brilla por su ausencia.

Primera lección: el capital aparenta eficacia, pero no es eficaz.

Segunda lección: sin burocracia el capital no funciona, lo que no está escrito en un papel no existe.

Y una pregunta: ¿por qué una panda de borrachos blancos puede poner en jaque a cientos de africanos?

Gran parte de la novela transcurre en el barco que navega por el río hacia el profundo agujero de la misteriosa oscuridad. Más que un río, el barco parece navegar por una lengua serpenteante de color cobrizo hacia la boca del mismísimo Satanás. Marlow, desde el inicio, sabe que ese viaje será su muerte. Surge otra pregunta. ¿Qué tipo de muerte?

El barco es un refugio que representa la “colaboración” entre la civilización y lo salvaje. Los tripulantes son algunos agentes de la empresa y unos cuantos esclavos negros “civilizados”. Esta relación, obviamente, es de subordinación. Los negros se encargan de los trabajos más duros mientras los agentes llevan los rifles y holgazanean por el barco que avanza hasta el mismo centro de la tierra.

El barco es la única tecnología en medio de la barbarie. Es nuestra civilización asediada por lo salvaje. Nuestra Razón asediada por el Romanticismo. Nuestro yo asediado por nuestro ello.

En las orillas del río se encuentran las puertas del infierno. Bajar del barco es una temeridad. Los peligros acechan entre las hojas de los árboles. Las sombras nos vigilan con millones de ojos. No somos bienvenidos.

Debemos llegar a Kurtz cuanto antes y sacarlo de este infierno. Marlow debe cumplir la misión. Encontrarse con el mejor agente de la Compañía, el único con una visión, con una idea. El único ser humano que ha comprendido y ha sido penetrado por lo salvaje.

Uno solo puede adentrarse en la oscuridad si está decidido a llegar hasta el fondoª. Por eso, cuando Marlow llega a su destino ya no hay vuelta atrás.

Una vez que pisas la orilla, una vez que sales de la única chatarra de hojalata civilizatoria que te mantiene conectado con tu antiguo Ser, has perdido tu yo y has encontrado tu ello.

Del corazón de las tinieblas uno puede salir de dos formas. Muerto o transformado.

Conrad nos presenta a Kurtz como un ser largo, delgado y blanquecino. Una clara contraposición a los africanos que son bajos, fuertes y negros. Nosotros a lo largo de la novela nos imaginamos a este maravilloso personaje de otra manera. Un hombre estoico, rubio, blanco, fuerte como un roble. Después del mito viene siempre la decepción.

Nada es lo que nos habían prometido en casa. No estamos viviendo una aventura sino una pesadilla y Kurtz no es el ser mitológico que nos habían relatado todos sus compañeros. Marlow se encuentra perdido al ver a un Kurtz enfermo y rodeado por los salvajes.

Más que el Dios de la tribu parece haberse convertido en su sacrificio. Más que un cazador parece un débil cervatillo a punto de ser comido.

Bajo el ruido de los tambores, como si fueran las trompetas del Apocalipsis, y mientras la lluvia enfría y renueva el ambiente, Kurtz cae moribundo en los brazos de Marlow.

Sus últimas palabras expresan la virtud del nuevo tiempo que está por nacer. Sus últimas silabas susurradas son una visión del futuro de la humanidad. “El horror, el horror” se le oye suspirar a Kurtz antes de que el brillo de sus ojos se apague para siempre y su cuerpo se convierta en una mala cena para los caníbales.

Marlow vuelve con el nuevo mensaje a la civilización. Vuelve con las cartas y los papeles de Kurtz en sus manos. La nueva Biblia ha llegado. Tenemos una nueva religión: se llama Capitalismo.

Pero antes de cambiar para siempre el mundo, Marlow decide visitar a la mujer de Kurtz para entregarle las cartas que este le había escrito. La mujer de Kurtz representa la inocencia puritana del protestantismo anglosajón y holandés. Una señora acomodada, paciente, responsable y compungida por el dolor de haber perdido a su marido. Marlow le entrega las cartas y la mujer le pregunta, desde su puritana inocencia, cuáles fueron las últimas palabras de su marido.

Marlow responde que su nombre, Kurtz antes de morir suspiro su nombre, el nombre de la mujer que amaba. Quiero recordaros que las últimas palabras de Kurtz fueron “El horror, el horror”.

En mi opinión existen dos formas de analizar este final. Marlow se apiada del alma de la mujer de Kurtz y miente, lo que significaría que ha trascendido y su viaje espiritual al corazón de las tinieblas le ha servido para convertirse en un mejor hombre.

O, Marlow no miente y la mujer de Kurtz realmente es la representación del horror que se cierne sobre la civilización. Ese horror no es más que el capitalismo protestante y el puritanismo social. Un viaje al corazón de las tinieblas del que aún no hemos conseguido salir.

Seguimos en la búsqueda de un Kurtz que nos susurre las palabras mágicas de un nuevo mundo mientras el viejo se apaga en nuestras manos. ¿Qué palabras nos dirá el Mesías antes de morir?

ª Otra idea similar también aparece en la nota que dejó Alejandra Pizarnik antes de suicidarse: no quiero ir nada más que hasta el fondo… El mismo concepto aparece en otro lugar y otro tiempo, lo que sugiere que el corazón de las tinieblas es algo universal.

Texto de Andrei Cristian Medeleanu – Let’s Read About It @letsreadaboutit

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