Miscelánea

London Real; cronología de una traición a gran escala

En la última década hemos sido testigos de la irreversible transición de los medios y canales de transmisión masiva de información y entretenimiento desde la televisión hacia plataformas online. Hastiados de un modelo restrictivo y poco dinámico, una generación entera de consumidores supo valerse de los avances tecnológicos para demandar contenido en medios digitales, más libre de los clichés y los modus operandi de la industria de la televisión tradicional. Plataformas como YouTube o DailyMotion permiten a usuarios de todo el globo compartir e intercambiar contenido de manera más o menos libre (teniendo que ajustarse a unos márgenes de comportamiento y contenido que han ido evolucionando en el tiempo y cuya significación podría ser discutida en profundidad en otra ocasión). Bajo esta premisa, y con el paso de los años, YouTube consiguió consolidarse como la opción número uno para consumir una variedad casi infinita de información y entretenimiento, y con el paso de los años numerosos youtubers y canales de la plataforma han llegado a afianzarse en una posición de prestigio y relevancia en la comunidad, acumulando contenido y seguidores continuamente. Este es el caso de London Real.

Creado en 2011 por Brian Rose, London Real nació como un espacio para la confluencia de ideas y perspectivas en formato podcast y entrevistas, en muchas ocasiones acompañando al entrevistado en su campo de trabajo y documentando las experiencias, presentándolas a los seguidores del canal de una manera cuidada y elegante. Con centenares de personalidades invitadas tan diversas como Dorian Yates, Gary Vaynerchuk, Dan Peña, David Icke, Robert Kiyosaki, Wim Hof, Sadhguru, Chuck Palahniuk, Noam Chomsky, Roy Jones Jr. o Douglas Murray, London Real supo establecerse como una fuente de ideas y conocimientos, bombeando varios videos al día, semana tras semana, mes tras mes, año tras año. Desde deportistas hasta expertos financieros, desde gurús espirituales hasta personalidades del mundo del entretenimiento, psicólogos, políticos, escritores o artistas, la variedad de perspectivas y contenido era fuera de serie. Y, en realidad, lo sigue siendo. London Real, a día de hoy, continúa ofreciendo el mismo rendimiento, esto es, un suministro constante de contenido de corte educacional para todo aquel interesado en aprender o desarrollarse de cualquier manera. Pero algo ha cambiado.

Es en este punto donde vale la pena mencionar que un servidor puede hablar con conocimiento de cause sobre el desarrollo y el cambio en London Real. Durante años, London Real fue uno de mis canales de referencia a la hora de consumir contenido en la red. Año tras año fui testigo de la evolución de un proyecto que, si bien siempre fue capaz de superarse a sí mismo a la hora de encontrar nuevos invitados y nuevas maneras de transmitir, también estaba dirigido por una persona cuyo ego parecía crecer en cada nueva entrevista. Con el paso del tiempo, Brian Rose, creador y conductor del canal, ha protagonizado una evolución que es difícil de interpretar. ¿Se le ha subido el éxito a la cabeza ? ¿fue todo una calculada estrategia desde el principio? ¿Quién es Brian Rose, y de qué se le acusa ?

Nacido en San Diego en 1971, Brian Rose se dedicó al mundo de la banca y las finanzas en Nueva York antes de probar suerte en Londres en 2002, convirtiéndose en ciudadano británico en 2007. En realidad, lo que Brian buscaba en el Reino Unido era una nueva vida, un nuevo comienzo que le permitiera dejar atrás un historial de adicciones al alcohol y las drogas que ya le habían costado una sobredosis de heroína. Fundando la plataforma en 2011, Brian apuesta por un cambio de sector y, a base de una ética de trabajo que roza lo enfermizo, London Real acumula más 2 millones de seguidores y más de 250 millones de reproducciones en su canal de YouTube, cifras a las que a buen seguro se pueden sumar otra buena cantidad de suscriptores y otro saco de millones de reproducciones registradas en la página oficial del proyecto, Londonreal.tv. Hoy por hoy, Brian Rose goza de una importante repercusión cimentada durante años de buen trabajo e inteligente marketing, ofreciendo información relevante y actual a través de entrevistas, documentales, desafíos o debates.

Desde este prisma, parecemos estar ante un caso de éxito rotundo y bien merecido. Atendiendo al recorrido de Brian y de su canal, es difícil hablar en otros términos, ¿verdad?. Estos aspectos mencionados forman parte de la explicación del auge de la plataforma. Pero en toda historia trágica existe un arco dramático de auge y caída y, bueno, ya saben de cual toca hablar ahora.

En sus comienzos, Brian Rose se caracterizaba por deliberadamente buscar el segundo plano respecto a sus invitados y sus puntos de vista, evitando la confrontación y cediendo al entrevistado el foco total. A medida que el canal creció en popularidad y número de suscriptores, se podría decir que fuimos testigos de un crecimiento paralelo del ego de su creador. Involucrándose cada vez más en las historias de sus invitados, Brian comenzó a tomar parte activa en el contenido de London Real. Esto le llevo a firmar documentales para el canal en los que se sometía a prácticas de entrenamiento creadas por Ido Portal (ex entrenador de la superestrella de las MMA Conor McGregor) o en los que se preparaba para su primer Ironman con el atleta profesional John Joseph. Cada vez más cómodo delante de la cámara, Brian comenzó a mostrar una actitud más y más arrogante conforme se iba nutriendo de las experiencias vividas con sus invitados que le empujaban a superarse a sí mismo.

Hasta aquí todo normal. Cuando estás a los mandos de un proyecto que busca compartir conocimientos que ayuden a elevar el nivel de bienestar de sus seguidores en diversas áreas, es lógico que tu también experimentes una transformación que puede llegar incluso a sorprenderte a ti mismo, especialmente cuando estás bien entrado en los cuarenta y has sido adicto a las drogas. ¿Quién podría culparle por volverse un poco arrogante ? ¿Acaso es justo o razonable siquiera exigir a las personalidades que seguimos que se ajusten siempre a la imagen que de ellos hemos creado ? Todo ente vivo está sujeto a evolucionar, y así lo han hecho Brian Rose y London Real. Además, es comprensible que con tantos éxitos, se le haya subido un poco a la cabeza, ¿no?

Si tenemos que señalar la fecha en la que London Real fue herido de muerte, tenemos que remontarnos a enero de 2020. Apenas tres meses antes del inicio de la pandemia de Covid-19, la mayor crisis sanitaria y social de la historia reciente, Brian Rose se encuentra en Angus, Escocia. Concretamente, Brian asiste al QLA Hardcore Seminar (Quantum Leap Advantage), un seminario organizado por el billonario americano Dan Pena en su residencia privada en el castillo de Guthrie. Se trata de un seminario dirigido a hombres de negocios que promete desarrollar sus competencias de una manera trascendental. Cimentado sobre 40 años de éxito documentado, este seminario busca cambiar las creencias, percepciones y capacidades de sus asistentes para llevarles al éxito en el complicado mundo de las finanzas. Como es de esperar, una formación tan estupenda debe tener un precio a la altura; por el módico precio de 15.000$ por una semana, tu también podrás disfrutar de la experiencia billionaire en un castillo del siglo XVII valorado en más de 25 millones de dólares.

Brian con su gurú Dan Peña

Y en estas andaba el bueno de Brian. Unas semanas antes Dan Peña había sido un invitado en London Real, y fue tanta la impresión que el magnate creó en el ambicioso Brian, que éste no se lo pensó dos veces antes de unirse al seminario en su siguiente edición. Documentando la experiencia en London Real, podemos apreciar el shock que Brian experimenta al entrar en contacto directo con el estilo de vida y el pomposo lujo desmedido del estilo de vida billonario de Dan Peña. No se puede dudar de que, al menos en el caso de Brian, el seminario QLA hizo mella. Brian abandona Escocia decidido a propulsar su propio estilo de vida. La diosa Fortuna intervino en favor de Brian y London Real, alineando todos los elementos necesarios para que su próximo movimiento fuera, efectivamente, el movimiento del millón de dólares.

Marzo de 2020. El mundo entero baja la persiana. La práctica totalidad de las naciones echa el cierre, y confinamientos de población masivos son ordenados a nivel global bajo preceptos sanitarios. Una situación propia de las películas de ciencia ficción se convierte en una inquietante realidad. Brian Rose makes his move.

David Icke (Leicester, 1952) es un ex futbolista y escritor británico que ha dedicado su carrera a la difusión de ideas de corte conspiranoico y espiritual. Polémico como pocos, es ciertamente difícil definir a un hombre como Icke. A veces brillante, a veces ridículo, Icke acumula aciertos y desaciertos a partes iguales. Si bien se muestra especialmente capaz a la hora de identificar y definir los problemas sociales de relevancia desde un punto de vista político, o incluso de sumergirse en debates de naturaleza espiritual o sobrenatural, el bueno de David Icke se ha colmado de gloria con declaraciones tan estrambóticas como que la reina de Inglaterra era en realidad una reptiliana. Así que echen un ojo a su trabajo y juzguen por ustedes mismos; no quedarán indiferentes.

El caso es que en un escenario tan caótico y confuso como el de una pandemia global que provoca estados de alarma en naciones que acaban por decretar el confinamiento domiciliario de sus ciudadanos, es cuestión de tiempo que surjan teorías alternativas o conspirativas que atribuyen los movimientos de los centros de poder a otro tipo de intereses más orwellianos y apocalípticos. Muchas son las dudas razonables que se le plantean al ciudadano de a pie, entre tanto miedo e incertidumbre, en una situación como la vivida a lo largo y ancho del globo durante la pandemia de coronavirus de 2020, y David Icke no tardó mucho en comenzar a aportar sus respuestas particulares. Y ahí estaban Brian Rose y London Real, calentitos aún del seminario del magnate Dan Peña, y deseando rentabilizar la crisis sanitaria, poniendo en práctica los métodos aprendidos en Escocia.

Es complicado imaginar una situación más favorable para London Real que la de una pandemia global, cuando la práctica totalidad de los ciudadanos de todo el mundo están, presumiblemente, sentados en el sofá, presumiblemente consumiendo contenido y, presumiblemente, llenos de dudas y preguntas acerca de lo que está pasando. Brian Rose tenía la plataforma, David Icke el contenido. El 18 de marzo, London Real comparte la primera entrevista con David Icke. El 6 de abril, la segunda.

Brian y David Icke en su primera entrevista

En estas entrevistas, que registraron varios millones de reproducciones en las semanas posteriores a su emisión, Icke afirma que la pandemia de Covid-19 es una farsa, una tapadera para que «el culto demoniaco» que controla el mundo en la sombra avance en su misión de convertir el globo en una suerte de dictadura fascista, y que la nueva tecnología 5G estaba detrás de las muertes y los enfermos que estaban siendo contabilizados como víctimas del coronavirus, entre otras muchas perlas esparcidas a lo largo de más de tres horas de metraje. Ambas entrevistas alcanzaron una repercusión global que acabaron con ambos videos siendo censurados por YouTube bajo el pretexto de que estaban actuando como difusores de desinformación en plena crisis. Brian Rose se frota las manos.

En los días que acompañan a la grabación y difusión de estas entrevistas, Brian se aprovecha de la situación y comienza a denunciar una falta de transparencia y libertad de expresión en la prensa británica y mundial, y se erige a sí mismo como estandarte de la lucha por la libertad de expresión en la era de internet. Apoyándose en el éxito y el alcance de las entrevistas con Icke y los polémicos temas tratados, Brian decide comportarse como una víctima más del establishment y denuncia una campaña de censura contra London Real, lo que le brinda la oportunidad de defender el argumento de que se le está silenciando precisamente por estar denunciando una verdad peligrosa. Entrevistas con Alex Jones y otras figuras polémicas contribuyen al ascenso en popularidad de la plataforma.

Brian, al más puro estilo Julio Cesar, apropiándose de las frases de otros

De la noche a la mañana, Brian está en la cresta de la ola. Durante una década, ha sido capaz de impulsar London Real hasta una posición de relevancia dentro de su nicho de mercado. Ahora, equipado con las enseñanzas de su mentor Dan Peña, London Real está preparada para liderar la revolución que pretende recuperar la libertad de expresión en internet. Ese es el plan de acción. Brian Rose starts drooling at his mouth.

London Real anuncia la intención de crear una plataforma alternativa a YouTube, que se llamará The Freedom Platform (ahí es nada), y que promete devolver a sus miembros la posibilidad de expresarse en red sin temor a la censura de los grandes lobbies de la información. Además, manteniéndose deliberadamente ambiguo, Brian promete devolver el control de la plataforma a los usuarios una vez ésta sea finalizada. London Real lanza una ambiciosa campaña de captación. Brian Rose comienza a pedir donaciones.

Muchos suscriptores de London Real, entre los que se incluye el que les habla, no tardaron en salir corriendo y abandonar el proyecto, al reconocer un cambio en el patrón de comportamientos y en la actitud ególatra y megalómana de un Brian Rose que, aupado por el éxito y la polémica generada tras las entrevistas con David Icke, se encuentra ahora en su punto más alto de popularidad tras más de una década de labor; sus seguidores en YouTube e Instagram crecen por miles; las reproducciones de sus videos, por cientos de miles. Tampoco tardamos en reconocer que toda esta historia de la freedom platform olía bastante a cerrado … Brian nunca aportó detalles claros de qué pretendía hacer con el dinero que entraba a espuertas en London Real (la campaña de captación fue ampliada incluso en cuatro ocasiones, dado el volumen de recaudaciones, partiendo de un objetivo inicial de 250k£ , hasta llegar al millón de libras). Se limitó a utilizar palabras que sonaban bien y a mantener un tono grandilocuente en el que se aseguró de transmitir a sus ilusos e ingenuos nuevos suscriptores que, con su aportación económica, estaban siendo parte de un momento revolucionario en la historia, los ciudadanos recuperando la libertad para expresarse en internet. Baloney!

La experiencia de Brian en el mundo de la banca y las finanzas se hizo notar cuando traicionó y despedazó a sus seguidores sin ningún escrúpulo. No le importó en absoluto tirar por la ventana más de una década de trabajo consolidando un perfil de seguidores muy determinado en una marca como London Real. Su contenido educacional había atraído una red de individuos críticos, con cierta inteligencia y cierta capacidad para pensar de manera independiente, una valiosa legión de seguidores que habrían sido capaces de sacar adelante cualquier proyecto honesto que Brian Rose y London Real hubiesen decidido llevar a cabo.

En su lugar, Brian apostó por dar la espalda a sus seguidores y aprovecharse del hype recientemente conseguido para poner en marcha una de las estafas masivas más descaradas que se pueden recordar en la historia reciente de internet. Un año después, el bueno de Brian sigue sin responder a las preguntas acerca de qué ha hecho con el dinero que sus más ingenuos suscriptores le han donado para ejecutar un proyecto que nunca salió a la luz. The Digital Freedom Platform no es más que otro sitio web, primo segundo de London Real (incluso comparten invitados y estilo, qué casualidad) que no aporta ningún valor diferencial a sus usuarios; es tan sólo otra página de contenido como otra cualquiera. A día de hoy, sigue sin justificar en qué ha gastado el dinero recibido en la campaña de donaciones para crear la plataforma.

Las críticas han sido abrumadoras, y una buena parte de su masa de seguidores le ha dado la espalda, algo que se puede apreciar en el número de visitas promedio que reciben sus videos. Sin mostrar nunca ningún tipo de explicación, vergüenza o arrepentimiento, el lince Brian se atrevió a postularse como candidato a la alcaldía de Londres a principios de año con el flamante London Real Party. Con apenas más de 30.000 votos, Brian finalizó en undécima posición en los comicios. No contento con esto, Brian ya comienza a tramar su próxima estafa masiva. En estos momentos se encuentra en plena campaña de promoción de una plataforma llamada DeFi, o Decentralized Finances, que promete representar una revolución en el sector financiero, devolviendo la libertad (¿les suena de algo?) económica y el control (tiene que ser una broma) total de su dinero a sus usuarios. Enamorado de las criptomonedas un día, embarcado en una campaña de desprestigio del mercado al siguiente, Brian promociona un curso en el que un selecto grupo de afortunados podrán trabajar y aprender de sus métodos de manera directa (again, ¿les suena?) por un módico precio que a buen seguro multiplica unas cuantas veces el salario mínimo. Además, Brian sigue encabezando su canal de YouTube con un banner que anuncia «luchando por la libertad desde 2011». Este tío está fuera de control.

Anuncio de campaña de Brian Rose. Apenas una decena de palabras y su nombre aparece hasta en tres ocasiones. Alguien debería controlar su ego

Parece increíble que el autor de una estafa masiva de semejantes proporciones sea, no sólo capaz de mantener su plataforma en marcha y su cabeza bien alta, sino que continúe bombeando nuevas formas de tomar el pelo y robar a los pobres idiotas para los que sus dulces palabras de encantador de serpientes puedan resultar atractivas. A pesar de haber perdido buena parte de su prestigio y de haber manchado su reputación de manera definitiva, siendo criticado públicamente por algunas de las figuras que en otro momento fueron invitados en London Real, Brian Rose no cesa en su empeño de transformar su estilo de vida, desde un adicto a la heroína hasta el propietario de un castillo en Escocia como su idolatrado Dan Peña, y está dispuesto a mentir y pasar por encima de quien sea necesario para conseguirlo.

Y así llegamos al final de esta historia. O, mejor dicho, hasta el presente. Porque a buen seguro este no es el final de los escándalos (y quizá de los éxitos) de Brian Rose y London Real. Una historia de auge y caída que en estos momentos se encuentra en plena caída libre. Quizá uno podría haber imaginado que había gato encerrado desde el momento en que un americano decide formar una plataforma con el nombre de London Real. Quizá todo el auge de la plataforma durante sus primeros nueve años de existencia no fue más que la primera fase de un proyecto que este ex banquero y ex adicto (quizá sean sinónimos, no sé) había diseñado de antemano. Durante los años, Brian fue dejando indicios de que no era la persona que mostraba ser. Quizá su objetivo siempre fue el de llevar a London Real hasta una posición desde la que pudiera enriquecerse, por lo civil o por lo criminal, y no una misión filantrópica como a sus seguidores les habría gustado creer. Quizá las personalidades con las que entró en contacto durante el ascenso de la plataforma ejercieron una decisiva influencia en sus objetivos y provocaron un cambio, quizá simplemente estaba en el lugar correcto en el momento adecuado y sacó provecho de una posición favorable. O quizá una mezcla de todo lo anterior.

Los seres humanos y sus circunstancias son demasiado complejos como para definirlos enteramente como una cosa o su contrario. Definir a Brian Rose e interpretar y analizar sus acciones a lo largo de la década de existencia de London Real no se antoja menos complicado. Cualquiera que haya sido su objetivo desde un principio, haya cambiado en el desarrollo o no, no sirve para comprender la traición cometida contra sus seguidores. Y mientras el bueno de Brian se pasea por la city de Londres con impunidad (y, seguramente, con ojeras crónicas) a la espera de tener que enfrentar sus acciones, sólo nos queda desear que la historia de London Real sirva como ejemplo ilustrativo de los peligros de los canales de comunicación masiva en la era de internet, y de la facilidad con la que cierto tipo de personajillos movidos por la ambición son capaces de colocarse en una posición de impacto utilizando las palabras o el mensaje adecuado. Esta es la crónica de una traición anunciada, en la era de internet. Esta es la historia de Brian Rose y London Real, o de cómo nuestra sed de relevancia y nuestra necesidad de sentirnos parte del cambio puede empujarnos a creer ingenuamente en falsos líderes. El eslogan de London Real siempre fue Transfórmate a ti mismo, y, en cierto sentido, todo aquel que haya donado dinero para esta estafa a gran escala ha recibido una valiosa lección que le acompañará durante el resto de sus vidas, y le ha costado bastante más barato (o eso espero) de lo que Dan Peña cobra por su seminario para tiburones.

I’m sorry I just love this picture for some reason

Similar Posts

Deja una respuesta