Barrio de las letras

Let’s Read About It: Lolita, de Vladimir Nabokov

Cómo explicar una novela que duele enormemente al leerla. Una novela que es una trampa constante, que exige de ti como lector una atención completa, que es celosa y no te deja leer otra cosa, que termina y desde entonces nada vuelve a ser igual. Después de Lolita de Vladimir Nabokov no volverás a leer igual. No volverás a percibir la literatura de la misma manera. Es una novela que te curte como lector y te enseña las estructuras y trampas básicas de una narración.

Lolita es una novela bella, extremadamente bella, que habla sobre un tema realmente espinoso. Representa perfectamente aquella tendencia artística que busca lo bello en lo feo, lo hermoso en lo horrible, la belleza de la catástrofe. Lo que más chocará al lector menos experimentado es que el personaje principal es un monstruo, pero no es tratado como tal.

De hecho, se nos presenta al protagonista como una persona culta, refinada y con una alta sensibilidad artística. No solo eso, sino que él es plenamente consciente de sus actos y de las consecuencias de los mismos. Humbert Humbert es una persona racional, no un loco. No representa esa marginalidad exótica que nos envuelve de confort cada vez que la vemos: los actos que realiza un loco son locuras y, como nosotros consideramos que no estamos locos, no nos representan. Son actos reprochables, pero comprensibles porque los realiza un loco. Nadie en su sano juicio podría cometer los actos de un lunático.

Esa excusa no existe en Lolita. Eso crea en nosotros una tensión consciente y muchas veces incomprendida: si Humbert no está loco significa que es como nosotros. Es decir, que somos nosotros quienes realizamos esos monstruosos actos.

Esta tensión se ve reforzada por Humbert, que es el narrador principal de la novela. Humbert nos mete y somete en las aguas de su dulce prosa poética y nosotros solo podemos dejarnos llevar por las olas literarias, asustados y horrorizados porque estamos disfrutando de la oscuridad abisal del fondo del océano, porque estamos a gusto en un mar lleno de monstruos. Y eso no puede ser, no está bien, es inmoral.

Nabokov consigue seducirnos, engañarnos con palabras bonitas para que empaticemos con Humbert. Por eso la narración es tan excelente. Por eso la narración, para un lector poco experimentado, es peligrosa.

Vladimir Nabokov

Todas las historias se enmarcan en una moral determinada. Existen historias que sirven para reforzar nuestro marco moral, que buscan convencernos de que la brújula que nos señala lo que es bueno y malo no está estropeada. Otras historias ponen a prueba ese marco, nos señalan que la brújula no es de fiar, que no existe solo lo blanco y negro sino que hay una infinita escala de grises. Por lo tanto, la brújula no sirve.

Y, después, se encuentra Lolita: una novela que ni refuerza ni pone a prueba sino que descubre y señala las grietas existentes en nuestra propia moral. ¿Cómo es posible que en nuestras sociedades rectas y perfeccionadas puedan existir los monstruos? ¿Cómo es posible, si tenemos la moral correcta, que en el seno de nuestra correcta civilización puedan nacer bestias? Quizá nuestras sociedades no sean tan perfectas, quizá nuestra moral no sea tan correcta.

Lolita prueba que podemos caer, que el filo del acantilado no se encuentra tan lejos, tan solo estamos a un paso equivocado para que todo nuestro mundo pueda venirse abajo.

Lolita demuestra que no somos tan perfectos. Nuestras luces tienen sombras propias y solo aceptándolas podremos enfrentarlas. Humbert es un monstruo, pero es un monstruo que nos pertenece. Nace del mundo que hemos creado. Es hijo de nuestra civilización.

Mucha gente rechaza Lolita porque considera que hace apología de la monstruosidad. Algunos prefieren censurar y esconder los monstruos en un armario. Hacer como que no existen. Cerrar los ojos para dejar de ver solo produce ciegos. Y, este tipo de ciegos, sufre de ignorancia.

Nabokov plantea establecer un diálogo sobre cómo son nuestros monstruos para identificarlos y poder luchar contra ellos. En Lolita se disecciona el pensamiento y las acciones de una bestia para comprenderla. Y deberíamos saber que comprender no es aceptar. Comprender permite actuar con mayor seguridad. Comprender nos permite alumbrar el mundo, lleno de sombras, en el cual vivimos.

Al final, Lolita es una novela tremendamente moralista. Más bien, es una novela enteramente moral. La diferencia reside en que no pretende adoctrinarnos sino advertirnos.

Nuestras bestias deben ser analizadas, debemos poner el foco en ellas para poder identificarlas y encerrarlas. Debemos aceptar que, desgraciadamente, son igual de humanas que nosotros.

Por eso, Lolita no humaniza al monstruo sino que nos descubre algo que antes se encontraba oculto: siempre había sido humano. Nabokov no se aleja mucho de la tesis que Hannah Arendt expone en Eichmann en Jerusalémª: el mal no es algo excepcional, todos podemos convertirnos en un monstruo.

Termino este artículo con, lo que considero, uno de los mejores inicios de una novela que haya podido leer. Con la transcripción de este pequeño párrafo pretendo ejemplificar la máxima calidad literaria de la prosa de Nabokov y animar al lector a seguir leyendo, porque esto solo es el primer párrafo, aún le quedan por leer muchos más:


Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos paladar abajo hasta apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo. Li. Ta.2


1 Eichmann en Jerusalém, Hannah Arendt, 2020, Debolsillo.
2 Lolita, p. 15, Vladimir Nabokov, 2017, Anagrama.

Texto de Andrei Cristian Medeleanu Let’s Read About It @letsreadaboutit

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